Miguel Ángel Madrid
Tiene el mundo demasiadas razones para estremecerse, y la lista en nuestro tiempo es harto extensa aunque se resume en unas pocas: riqueza extrema, pobreza absurda, dominación racista, crisis mediambiental motivada en gran parte por nuestro modelo económico de decrecimiento.
De ahí que acudir el pasado día 28 mayo a la cita que la Agrupación Municipal del PSOE celebró para conmemorar los treinta años de ayuntamientos democráticos con la compañía de concejalas del partido, podría parecer un hecho que no estaba entre los graves motivos que tengo para estremecerme y ocuparme. Pero fui, siempre con esa certeza intuitiva que en ocasiones me invade y que impide todo raciocinio; por eso, en momentos así, quisiera que alguien me amarrara a un mástil para no sucumbir a la locura de las sirenas.
Mujeres.
Como se sabe, son los hombres, como yo, pero no como yo, sino mucho mejores que usted y que yo, infinitamente más sabios, los que pueden enseñarnos caminos, horizontes, en estos tiempos oscuros que nos toca vivir. Como se sabe, sólo la experiencia acumulada por años de responsabilidad, de posición social, de entrega a las causas perdidas, puede facilitar el hallazgo de…, yo qué sé, estrategias para cambiar el mundo como poco. Pese a todo, acudí a perder el tiempo con mujeres. Mujeres políticas además. Sin embargo, ya digo, el canto me penetró por el tuétano y salí pitando, como uno de esos personajes de los coches locos.
Mujeres.
Sus nombres eran, Emilia Morcillo, Amalia Cavajal, Carmen García Raya y Asunción Jodar, moderadas por la secretaria de organización del PSOE, María del Mar García Morales.
Mujeres que hablaron de política con un lenguaje que apenas resultó político, en cuanto jerga quiero decir. Hablaron de sus logros, pequeños y grandes, durante su gestión como ediles municipales, de la forma de trabajo que desempeña la actual portavoz municipal con el resto de compañeros y compañeras. Hablaron otras mujeres, también concejalas, a las que representaban las mujeres que acabo de nombrar, y dijeron que no basta con llegar al poder si, a la postre, la toma de decisiones sigue siendo cuestión de hombres. Qué otra cosa podía pasar si son los hombres los que se la juegan, los que saben, los que lo tenemos claro.
Mujeres que apostaron por la zona norte de la ciudad desde la participación ciudadana, desde el primer momento en que dicha participación tiene sentido y sirve para algo, y que no es otro que el diagnóstico, que pusieron los cimientos de lo que podrían haber llegado a ser los ayuntamientos de barrio, que se preocuparon por la violencia de género cuando acudir a un fiscal no garantizaba que entendiera lo que eso significaba.
Las causas de por qué las mujeres permanecen tan poco tiempo en el poder fue una de las preguntas del público. Son causas estructurales, cómo no, de carácter cultural, es decir, las más difíciles de vencer.
Por eso me fascinó la narrativa de estas mujeres. Frente a la retórica intransigente del PP, incluidas sus ediles, siempre ellas tan machistas, frente a la narrativa del hombre que ejerce el poder y que ocupa el espacio público, en este acto se pudo visualizar la narrativa de la cercanía, de la sencillez, de la emoción, del diálogo, -y esto, por favor, nada tiene que ver con la maternidad-, que puede hacer que el PSOE recupere la alcaldía de la ciudad. Ahí, entre las palabras de estas mujeres socialistas, anidaba el secreto de la revolución cívica que propugna el PSOE para Granada.
lunes, 1 de junio de 2009
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