lunes, 26 de abril de 2010

Así no, alcalde..., así no

Una lectora de mi blog me envió el otro día un correo electrónico para comentar mi anterior entrada. Más o menos venía de decirme que cuando escribía desde mi yo más íntimo valía la pena leerme. Otras personas también me lo han dicho. Quizá estemos hartos de la crítica disparada. Sobre todo si hablamos de política. Yo estoy de acuerdo con esas lectoras. A veces he percibido si en mis entradas había algo más que crítica. Si me había rasgado en busca de mi verdad más honda.

Así que quiero acercarme a este impulso. Voy a intentar explicar qué ha hecho hoy, día 26 de abril, el alcalde ante los responsables del Ministerio de Fomento y de Obras Públicas de la Junta: El arquitecto, Moneo, junto con los responsables de la llegada del AVE a Granada, presentaban la que será la futura estación de tren de nuestra ciudad. Esos responsables son el gobierno central, el autonómico y el ayuntamiento de la ciudad. Pero el alcalde ha debido pensar que todo el rédito político de este acto se lo iban a llevar los socialistas. Por eso, delante de todos, el alcalde ha querido mostrar su aire más combativo. El otro día decía en prensa a los trabajadores en huelga de INAGRA lo siguiente: “No quiere a Granada quien le hace daño”. Los piquetes, parece ser, habían ensuciado las calles por su cuenta para que la huelga se notase más entre los ciudadanos. Pero la pregunta es si, Torres Hurtado, quiere a Granada realmente.

Cuando las obras del metro estaban a punto de comenzar, Torres Hurtado, se amarró los machos y defendió el soterramiento del metro por el Camino de Ronda. “Si Sevilla tiene metro, nosotros no somos menos”. Daba igual que Sevilla nos doblara en población y extensión. Daba igual que el metro supusiera una alternativa al tráfico rodado y eso fuera bueno para Granada. Lo importante es que el alcalde saliera victorioso y diera la imagen como defensor de los intereses de la ciudad. La Junta de Andalucía, cedió a la presión maniquea del alcalde. En realidad, primaban los intereses partidistas del alcalde, pero la fórmula le funcionó. La ciudadanía, en las encuestas, reconocía la labor de presión del alcalde. ¿La Granada agraviada salía victoriosa? Y la estrategia hoy, ha sido la misma: Cobrar protagonismo. En realidad el protagonismo debería ser ciudadano puesto que las tres administraciones estaban representadas. Pero para el alcalde, la colaboración y la coordinación entre administraciones no es rentable.

He escuchado las palabras de Torres Hurtado en la radio y me he sonrojado, pero sobre todo cuando han intervenido los demás responsables con la voz entrecortada, como si no diesen crédito. Pedían lealtad porque lo importante era el proyecto.

Los 120 millones de euros que costará la estación, más el resto de inversiones para que llegue el AVE con 8 vías, se sufragarán con el dinero de la ciudadanía. Es un éxito colectivo para una provincia que arrastra un atraso estructural importante. Y esta infraestructura vital supone un avance para Granada sin la menor duda.

Lanzo esta reflexión: ¿Para el PP el interés electoral está por encima del interés de la comunidad de la que todos formamos parte? ¿No es esta estrategia la misma que se lanza contra los familiares que quieren desenterrar a sus muertos que son de todos?, ¿no es esta estrategia la misma que quiere hacer creer que la política es basura porque cuentan con la fidelidad militar de sus votantes? Tengo la convicción de que los neoliberarles que gobiernan el mundo no van a renunciar nunca a la política porque su fin último es la dominación, la ausencia de democracia. Ese es el macabro juego al que nos someten. Creo que este hecho, de ser así, exige de todos y todas que apostemos por el juego cívico. Y siento terriblemente que los dirigentes del PP quieran apuntarse a esta estrategia.

martes, 20 de abril de 2010

De nuestro lado

Paco García, es uno de esos granadinos insólitos que vive la vida como puede. Una mujer va a mandar en los socialistas granadinos, -ha dicho mientras se acercaba con su andar añoso a la puerta después de que pulsara el timbre de su puerta-. Parece que no, -ha continuado al abrir mientras yo esperaba a que me diese permiso para entrar-, pero las cosas cambian. Cambian despacio, pero cambian. Quién iba a decirle a esa buena mujer que iba a ser una mandamás. Pero pasa, coño, pasa y te sientas; no te quedes ahí como un pasmarote. Veo que ya se ha enterado usted, -he acertado decir mientras me sentaba en una silla metálica forrado el asiento con escai granate-. No se escucha otra cosa durante todo el día, -me ha respondido-. En ese momento, la cortesía exige que guarde silencio hasta que, Paco, decida hablar de lo que le apetezca. La cosa pinta mala, ¿sabes, hijo? Arriba ya sabes cómo están las cosas: Se llevan el dinero a espuertas y con ese dinero se compran voluntades, hijo mío; y si ahora un juez no les interesa, pues se lo cargan cuando no hace mucho lo propusieron para el Nobel de la Paz. Eso es precisamente lo que no cambiará nunca muchacho. ¿Y por aquí, cómo ve usted la cosa?, -le he preguntado con intención de acercarlo a mi terreno-. Aquí no pinta mejor la cosa, y menos para vosotros. Tendríais que hablar con todos y cada uno de los que aquí vivimos para que la cosa cambie. Nuevos aires, he escuchado esta mañana en la radio. Nuevos aires para Granada. Está bien el anuncio ese de la radio que habéis hecho. Este alcalde, aunque de eso sabrás tú más que yo, rabia por el poder. Pero dirá que todo es culpa de Zapatero porque la cosa pinta mal para los bolsillos de la gente. Poco importará que todo ese dinero que el ayuntamiento le debe a los bancos sea porque el alcalde ha manejado los dineros como le ha venido en gana. Ellos pueden permitírselo. Vosotros no. Porque vosotros debéis demostrar la honestidad, y ellos volverán blanco lo que es negro. No sé, Paco, lo noto a usted esta mañana un pelín pesimista, -le he dicho con la sonrisa ladeada, como a la defensiva-. Puede ser, hoy no ando bien del todo, a qué engañarse; quizá sea la ciática.

En ese momento, se ha echado mano al bolsillo y ha sacado el paquete de cigarrillos negro. Me ha mirado fijamente con una dureza que, en el fondo, yo quería intuir que estaba cargada de ternura, pero al mismo tiempo, eran ojos escrutadores y desafiantes. Y como no he sabido interpretar, he decidido aguardar y contemplar su fumar tranquilo, reparador, como si el rostro ganase sosiego con cada chupada.

Tened paciencia, eso es lo que puede decir hoy este viejo. Paciencia porque tenéis la razón. Ahora lo importante es hablar con mucha gente y convencerla. No sé si cambiarán las cosas. Algunas no cambiarán, como ya te he dicho, pero fíjate que ahora hay una mandamás en la provincia. Algo querrá decir eso, ¿no? Así que a no desesperar. Ya te digo que la razón está de vuestro lado. A la gente le gustan los aires nuevos. Con ellos parece que se barre todo lo malo, que el viento puede traer una cosa buena. Y vuestros aires son quizá lo único nuevo y bueno que hay por estas calles dejadas de la mano de Dios.
Paco, apura el cigarrillo y, en la última calada, el humo suspendido parece espesarse en el estrecho comedor de su casa. ¿No estás muy hablador hoy?, -me pregunta malévolamente-. No, Paco, ya sabe usted que prefiero escucharle y pensar que todo es posible en Granada, -le contesto cavilando al mismo tiempo, como si rumiase las palabras de este humilde pero inteligente hombre-. ¡Pues, ea, ya está todo dicho muchacho! A la calle que ya es hora, a seguir el camino que ya habéis hecho. Adiós, Paco. Con Dios, hijo mío.

martes, 13 de abril de 2010

Con la mosca detrás de la oreja

El alcalde está con la mosca detrás de la oreja. Estos del PSOE no paran de hacer cosas.

Minucias, sí, -cuenta a su hombre fiel el alcalde-, para mí que soy el hombre más conocido de la ciudad, el más querido –y si le demuestras lo contrario te ignorará o te amenazará, como hace con los presidentes o presidentas de las asociaciones de vecinos, o hace un decreto y cambio el mapa de los distritos por criticar la dejadez del PP hacia los problemas de determinados barrios-.

Minucias, sí, para mí que soy el que más cuidado tiene en no meterse en ningún charco, el que prefiere que se abrase un concejal de su gobierno con cualquier asunto en el que haya presencia ciudadana antes de que una pequeña brizna de materia ígnea pueda afearme el chaqué, el que no duda en aparecer si el fuego es abrasador para dar la razón a todos y a ninguno después de hacer cálculos en forma de votos con el objetivo de quedar bien con Dios y con el Diablo –como en el caso de la ONG que pretendía tener un centro para dar de comer a gente sin techo-.

Minucias, sí, para mí que soy el que se escuda detrás de ciertos policías locales para que les rajen unas cartulinas a cuatro tristes tigresas zaidineras que habían garabateado en ellas, “Gracias Plan E”, -y que a sus sesenta y tantos venían a recordarle al alcalde que la biblioteca del Zaidín es una reivindicación de toda la vida de los zaidineros y que, por lo menos, el alcalde debería haber invitado a la asociación de vecinos a la inauguración en lugar de a un centenar de militantes del PP, para que se sintiera arropado ante los medios de comunicación-.

Minucias, sí, para mí que INAGRA ha sido una prioridad –a la que le debe más de 26 millones de euros pese a la subida del impuesto por la recogida de residuos y la empresa haya advertido a los barrenderos y demás trabajadores que sus nóminas peligran-; cosas pequeñas porque le debo a ROBER otros pocos de millones de euros de nada –pese a que también subió la tarifa del autobús-, detalles entre tanta y tan buena gestión de un gobierno sazonado de tapas como plato fuerte de nuestra política turística –después de dejar perder los vuelos de bajo coste y recibir, así, la visita de turistas para Granada que, según cuentan, gastaban su dinero en la ciudad, en nuestros hoteles y restaurantes, en nuestros comercios y monumentos-.

Minucias, sí, para mí que por poner unas cuantas multas con el fin de que la gente conduzca mejor, ahora algunos se enfadan, -multas a diestro y siniestro para pagar deudas que se generaron antes de la llegada de la crisis, o para pagar la televisión municipal en la que sólo sale el PP-.

Minucias, sí, para mí que soy un líder natural frente a esos que van de intelectuales y que lo único que quieren es cercenar la democracia, que no es otra cosa que poder seguir mandando yo, -todas las voces vecinales silenciadas-.
Tanto he querido que entendieran estos palurdos, que así me lo pagan:

EL VIERNES A LAS 19:30 HORAS DESDE EL INSTITUTO DEL VIRGEN DE LAS NIEVES, LA CHANA SE VA A MANIFESTAR POR LA MUERTE DE DOS PERSONAS EN LUGARES QUE DEBERÍAN ESTAR PROTEGIDOS POR EL AYUNTAMIENTO. EL ALCALDE NO ATIENDE NI SIQUIERA UNA DE SUS REIVINDICACIONES, QUE NO SON OTRAS QUE PROBLEMAS DE VECINOS CONCRETOS...

Pues apuesto que al día siguiente el alcalde dirá que allí, en ese barrio lo que hay es mucho rojillo, y que, por supuesto, la culpa es de la Junta de Andalucía.

lunes, 5 de abril de 2010

Granada, ¿bastión del PP?


Uno de los significados de bastión, para la Real Academia Española de la Lengua es: Cada uno de los apoyos de piedra, adobe o ladrillo que sostienen la techumbre de ciertas construcciones, como graneros, hornos, enramadas, etc. Si hacemos un símil con respecto al gobierno municipal del PP en Granada, la ciudad es su bastión porque se sostiene en el poder con el apoyo mayoritario de la ciudadanía. Un apoyo que parece inexpugnable hasta la fecha.

Yo me pregunto cuál es la causa de todo esto. Ciertamente, podrá decírseme que no existe una única causa. Que hay causas que explican por qué esta ciudad es conservadora pese a las remesas de estudiantes que cada año nos llegan a la universidad, pese al carácter marcadamente cultural que tenemos, lo cual siempre “supone” una aportación social de ruptura, de cambio. Que hay causas que explican por qué esta ciudad es conservadora pese a que los grandes cambios desde la llegada de la democracia lo han realizado gobiernos de izquierdas.

No importa si la derecha de esta ciudad se comporta cínicamente, si en sus prácticas habituales no existe el diálogo, -no ya con las demás fuerzas políticas, sino con el movimiento vecinal o cualquier otro tipo de colectivo social-. No importa que la comunicación que existe con el tejido social, sobre todo el vecinal, sea el de la reprimenda ante la crítica o maniobras administrativas para restar parcelas de influencia al que se comporta de manera disidente con el gobierno del PP.

No importa que en este mandato, el PP y el alcalde, Torres Hurtado, no hayan puesto encima de la mesa un solo proyecto, una sola idea, una sola propuesta, -no ya para ayudar a salir de la crisis, sino para percibir que esta ciudad ofrece algo a sus ciudadanos-.

No importa que predique el PP que su receta para salir de la crisis pasa por rebajar los impuestos para estimular el consumo y que, sin embargo, todas las tasas municipales se hayan visto incrementadas.

No importa que se estime financiar servicios públicos con una previsión económica que puede o no llegar, ya que tan previsión se estima mediante dinero que se recaudará por multas. No importa, porque Granada es un bastión del PP.
Y es que este espacio que llamamos Granada, como todos los espacios, es un producto humano, sociocultural, lo que hemos hecho y lo que percibimos. Y en este imaginario, lo que se ha valorado es que hay un partido político que defiende los intereses de Granada. Esa es la percepción de muchos ciudadanos, aunque sus políticos sean mediocres y grises o se comporten como verdaderos caciques.

Y este, ni más ni menos, es el reto que tiene la izquierda de cara a las próximas elecciones municipales. Por un lado, cambiar la percepción de la gente. Hay discurso para ello, pero porque hay razones más que evidentes. Razones que pueden rastrearse en el pasado porque la modernidad llegó a esta ciudad con el empuje de la gente de izquierdas. Y razones que son una realidad en estos momentos y que nos preparan para el futuro. No tiene la izquierda que inventar nuevas ideas, sólo comportarse como si fuese la gente porque la gente de izquierdas es la propia gente. Y esto no es un galimatías del lenguaje. La clave de la próxima campaña electoral será pues dotar de sentido y significado su propuesta política para la ciudad. Una clave que pasa por el lenguaje, por huir del artificio y las ambiciones idealistas que se evaporan de la misma forma que llegan. El lenguaje de la gente porque somos gente. Habrá que designar, pues, a personas que sean pueblo: padres y madres, gente con familia que labora a diario por una vida mejor. Gente como usted y como yo. No hacen falta más alharacas. Corazón de gente buena que hable como usted y como yo.