martes, 29 de noviembre de 2011

Calle Aristóteles


La semana pasada fue una semana diferente. Hice cosas que, desde que soy concejal en el ayuntamiento de Granada, llevaba tiempo sin hacer. La actividad es vertiginosa, los compromisos variados. Pero hallé un hueco y me fui a la presentación del libro de Jesús Ortega, Calle Aristóteles, publicado en Cuadernos del Vigía.

Jesús Ortega es un antiguo Bartleby, pero sobre todo, para mí, una persona que, cuando escribías, no te limitaba sin dejar de expresarte su opinión sobre este o tal cuento. Y lo curioso es que no hería tu orgullo.

Lo recomiendo. Síganlo, porque como declaró en la presentación, se incluye un cuento que ha querido que fuese memorable y, además, es un cerebro con patas, un escritor sensible y poderoso, un erudito que, por encima de todo, ama el mundo de la literatura.

Después volví a casa y, ya cenado, me puse con el trabajo de campo para terminar de una vez el 2º ciclo de Antropología, que es la única asignatura pendiente que tengo y que finalizaré a mitad de diciembre. Sin embargo, pese al deseo de avanzar, se apoderó de mí el deseo de seguir con el diente hincado con fruición en Una saga moscovita, de Vasili Aksiónov (para más información http://www.letraslibres.com/revista/letrillas/una-saga-moscovita-de-vasili-aksionov). Un novelón de mil y pico páginas que parece una novela a lo Galdós, pero que te atrapa desde el primer momento por su modernidad, por el uso de la ironía, de la poesía… Por el arte de escribir en suma.

Y parece que se va convirtiendo en costumbre. Cada vez que se aproxima diciembre, la literatura rusa llama a mi puerta. No ha sido a propósito, pero hace dos años acudió Vida y destino, de Vasili Grossman, después Años de guerra del mismo autor, cuyo relato, El viejo profesor es una maravilla jugosa y triste, honda y, sobre todo, literatura de las grandes. Así que el año anterior miré a la estantería y ahí estaba Guerra y paz y no pude resistirme. Corría finales de noviembre.

Como digo, pasé de la Antropología, cuyo estudio no ha hecho más que darme satisfacciones, pero ni de lejos comparable con libros como Una saga moscovita. Me senté en mi sofá, la luz directa sobre el libro y el placer de pasar página, de adentrarme en la vida de la familia Grádov para conocer de cerca la historia de la Rusia del siglo XX. ¿Hay otra forma mejor de aprender historia que a través de la literatura?

Entretanto, el mundo parecía que iba a descomponerse, el miedo se había apoderado, -y todavía nos atrapa-, de nosotros, del futuro (¿cabe la vida sin futuro?), yo tenía que preparar el Pleno de noviembre, echaba de menos a mis amigos, renegaba de mí mismo por la falta de tiempo para poder pasar con ellos un buen rato y, sobre todo, twitter y facebook estaba a punto de estallar con la que se avecina, con la prepotencia del PP, la desfachatez de UPyD, el batacazo de mi partido, el PSOE, y las peleillas de algunos que, desde luego, enriquecen el debate interno con dardos llenos de leche y mierda, como le ocurría a Burt Lancaster en Novecento. Infantes.

Ahora deseo terminar mi examen, disfrutar de mi trabajo y no olvidar la sensación de placer que me provoca el tecleo frente al ordenador y venzo una página en blanco. Pero sobre todo aprovechar el tiempo que se me ha dado para terminar las casi 600 páginas que me quedan de libro. Salud

lunes, 14 de noviembre de 2011

Cuando mentir no importa


Mentir, lo que es mentir, todos mentimos. La mentira nos salva, nos derrumba, nos esclaviza, nos humaniza en definitiva. Sin embargo, no todas las mentiras son iguales. La Verdad, la gran Verdad, no existe. Eso es lo que nos enseña el pensamiento filosófico, aunque ya no le importe a nadie ni el pensamiento ni la filosofía.
Pero, ¿cuál debe ser la actitud de un responsable público?, ¿decir siempre la verdad?, ¿matizar la verdad, dosificarla?

¿Es cierto que Zapatero acumula en su haber todos los males del país?, ¿ha contribuido el PP durante la crisis para salir de ella o, por el contrario, ha sido irresponsable?, ¿qué parte de responsabilidad tienen los bancos, la Unión Europea, los particulares, sí, también usted y yo?

Es un asunto demasiado escabroso para mí ser tajante en este asunto. Sobre la mentira y la verdad tengo mi opinión. Sobre la responsabilidad y las mentiras y verdades también. Pero certezas, no; certezas no tengo.
Lo que no soporto son las tomaduras de pelo, la sinvergonzonería, la mentira descarada y cínica. No las soporto en lo personal porque me hace sentir imbécil. Y en lo colectivo no son más que una manipulación.

Es lo que ha hecho Arenas este fin de semana en el Palacio de Congresos de Granada ante los suyos. Prácticamente literal, Arenas viene a decirnos lo siguiente: La Alhambra y Sierra Nevada es de los granadinos, de los andaluces, de España y del mundo, pero por ese orden. Para Arenas el orden de los factores sí altera el producto.

Es decir, que Arenas le dijo a los suyos y a la ciudadanía, que la gestión de la Alhambra y Sierra Nevada, cuando sea presidente de la Junta de Andalucía, será para el Ayuntamiento de Granada y la Diputación.
Así es imposible manejarse. Yo amo a Granada, aquí he nacido y crecido, aquí está todo lo que más quiero. Pero no puedo olvidar que las inversiones necesarias para que la Alhambra y Sierra Nevada sean un monumento y una estación de esquí de primer nivel se debe a la solidaridad andaluza. Pero en Granada no se lleva ser andaluz. Y la culpa es, en parte, nuestra porque no hemos dejado de ser dubitativos, porque no hemos sabido enfrentarnos al localismo tribal que caracteriza a Andalucía.
¿Qué dirá la gente de Málaga, de Almería, de Huelva, de cualquier rincón de Andalucía, cuando el alcalde de Granada llame a su puerta y, en lugar de pedirles sal, les pida que se sacudan los bolsillos para invertir en un monumento y en una estación de esquí que es sólo nuestra y nada más que nuestra?
Fue el PP en el año 1996 cuando, para hacer frentismo contra los socialistas en la Junta quiso llevarse la gestión de la Alhambra al Ministerio de Cultura. Y Arenas calló porque era de ese gobierno. Y calló Sebastián Pérez que entonces no era nadie, y calló nuestro alcalde que era miembro también de aquel gobierno popular.
Arenas sabe que la gestión de la Alhambra y de Sierra Nevada depende enteramente de la Junta, de las inversiones fruto de los impuestos de españoles y andaluces. Y el alcalde del PP también lo sabe y, encima, el vicepresidente del Patronato de la Alhambra y del Consejo de Administración de Cetursa.

En definitiva, el PP miente y, lo peor de todo, es que miente conscientemente porque lo importante es el poder por el poder. Y ya.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Vota bien, vota responsablemente


Anoche durante la pegada de carteles, Pepe Martínez Olmos, cabeza de lista del PSOE de Granada al Congreso de los Diputados, comentaba sobre el déficit cero lo siguiente: "Cuando tienes dos y debes tres, si aumentas los ingresos puedes llegar a tres y deber cuatro".
Es una frase sencilla que marca la diferencia clara entre lo que propone la derecha española (PP y nacionalistas conservadores) y el PSOE y otros partidos de izquierda (de UPyD no opino porque ellos son de derechas y de izquierdas al mismo tiempo).
El programa del PP no sé, pero lo que dicen sus líderes (Rajoy incluido) es ahorrar, austeridad, eficacia económica, con latiguillos para que la gente común entendamos tales que los siguientes: "Las amas de casa saben que no se puede gastar más de lo que uno tiene"
Esto para una economía doméstica funciona bien, pero para un Estado, no tanto.

Porque lo que el PP nos dice es que no se puede gastar en sanidad, en educación, en dependencia (ayer se publicaba un estudio que decía que las autonomías gobernadas por el PP son las que menos aportan a este derecho ciudadano). Y como el dinero público no se puede gastar en sanidad, ni en educación, ni en infraestructuras públicas, lo mejor es que esos servicios los pague usted de su bolsillo.

El Estado que somos todos no puede pagarle la sanidad, así que mejor se la paga usted; eso sí, siento informarle que tengo que bajarle el salario. Y por cierto, si usted tiene hijos, mejor lo mete usted en un colegio privado. Y en sus vacaciones, si viaja, tendrá que conducir por una autopista de peaje. Etc., etc., etc.

El Estado, puede ser que ahorre nuestro dinero, pero no hay otra forma de sostener lo que fueron los servicios públicos que pagando usted de su bolsillo.

Lo que fueron los servicios públicos, of course, quedan en manos de empresas privadas, y eso estimula la economía y genera empleo, dice el PP, pero no sólo eso, porque usted, finalmente, es una persona libre: libre para elegir el hospital privado que quiera, el colegio privado que quiera… Pero pagando con su reducido salario, si es que lo tiene.

La sanidad, porque ejemplo, decía Felipe González el otro día, que era un negocio para el PP y sus amigos de la empresa privada de 44 mil millones de euros (no pongo la cifra en números con sus ceros porque soy de letras), pero imagine usted qué pastel tan goloso.

Así que ya lo sabe, vote usted pensando en lo que está por venir al día siguiente del 20N, en libertad. Para mí, la libertad de la derecha tiene un precio contante y sonante. Prefiero, con equilibrio presupuestario, un Estado que se costee con mis impuestos, que aumente un poco la presión fiscal con el objetivo de que se mantenga el tan atacado Estado de Bienestar. Ese es el sentido de la explicación de Martínez Olmos.

Les dejo el enlace de la plataforma ojalá (que gane Rubalcaba) http://www.ojalaquesuceda.com/

Salud