miércoles, 9 de marzo de 2011

Cada vez estamos peor


No recuerdo las palabras exactas, pero a través de un amigo de facebook, leí un texto del genial Rafael Sánchez Ferlosio sobre las oportunidades de la crisis.

Esta mañana una familia ha venido a mi oficina en busca de vivienda: una familia parada que no puede pagar el alquiler.

La verdad es que si le hubiese respondido a esta familia que su situación de crisis personal es una oportunidad que se les ha presentado para renacer, cual Ave Fénix, me hubiesen mandado directamente a freír espárragos.

Luego, Tomás, se ha enterado de que voy en la lista de la candidatura de Paco Cuenca y me ha dicho que todo está podrido y que no tenemos remedio porque el PSOE es un caballo perdedor.

Al rato me ha llamado, Candelaria, para decirme que cómo es posible que las grandes empresas españolas ganen tanto dinero y el Estado no tenga ni para caerse muerto después de haber salvado todos los Estados al sistema.

De todo ello he deducido que cada vez estamos peor.

Para colmo, anoche me terminé Las partículas elementales de Houellebecq. Me acerco a los 40 y nada más empezar el libro, a las pocas páginas pude leer una frase estimulante sobre la crisis, precisamente, de los 40. Me faltan 4 años, pero nunca se sabe.

Así que he buscado en YouTube una entrevista de Ferlosio, pero lo que he visto no me ha gustado. Sí lo que decía. Pero él no, la verdad. Estaba presentando un libro con zapatillas de paño. Me he reído, pero también he sentido nostalgia. No sé por qué, pero me ha embargado la nostalgia. Como una aflicción. Aflicción que siempre es por uno mismo.

En resumen, el Partido Popular, es el caballo ganador, aunque nadie quiere apostar por ellos. Torres Hurtado despierta menos entusiasmo que un infante a las 11 de la noche después de un día de campo.

Y me pregunto si Granada, que es una ciudad donde todo es posible, no será capaz de nadar a contracorriente cuando en el resto del país los aires del cambio los enarbola el PP.

El sábado pasado ocupamos un espacio público en Albayda, en la Avda. García Lorca. En el parque, padres y madres leyendo el periódico mientras los pequeños y pequeñas intercambiaban pareceres e intentaban subirse a los columpios. Llevábamos globos, extendimos un papel continuo y los pequeños se lanzaron hacia nosotros como quien se arroja al mar sin temer al agua fría.

Los padres se acercaron, los niños y niñas se mancharon con pinturas de dedos. Charlamos cívicamente, nos presentamos, nos dimos la mano, nos echamos fotos. Gloria comenta en facebook: “qué poco cuesta hacer ciudad en ocasiones”.

¿Será que cada vez estamos peor? Son tiempos de crisis, pero también de afectos y esperanzas. Pese a Houellebecq, pese al PP, pese a Tomás y a Candelaria. Pese a ti, pese a mí.
Bueno, como dice, Cuca, os dejo, tengo que vivir.

martes, 1 de marzo de 2011

Peer o chiflar


Acabo de terminar Grandes Esperanzas de Dickens. Es de esos libros que ya nadie lee. Sin embargo, reconozco que he sentido placer al volver a leer una historia con su principio, con su nudo y un desenlace más o menos abierto. Ante la no novela, su desaparición, un retorno. Fue una novela hecha por entregas, donde con cada nueva, el autor va dando pistas a los lectores de lo que acontecía en capítulos anteriores de forma casi explícita. Imaginaba, por tanto, mientras leía, la curiosidad de unos lectores que debían aguardar la próxima entrega para saber más de Pip, el protagonista.

Ahora ya nada nos sorprende. Ni siquiera la revolución islámica. La vivimos en directo, sin saber si lo que nos dicen por televisión, si lo que leemos en prensa, es o no cierto. Y el acicate de la revuelta se achaca a Twitter, a 140 caracteres: Sal a la calle, ocupa El Cairo. Yo voy a la manifestación esta tarde, no faltes. Echemos a nuestros gobernantes corruptos. No tengas miedo, es el momento de la democracia. La revolución nos espera, hazlo por tus hijos.

Sin embargo, es posible que la tecnología, -tal vez esos 140 caracteres-, haya alentado al temeroso, al cobarde, al poderoso. Pero debió existir algo más: educación, formación, valores democráticos, hambre, qué sé yo, pero no sólo tuiteos.

Se acercan las elecciones municipales y cada candidato hace su campaña también en las redes sociales. Entonces aparecen listados de actitudes de dichos candidatos, lo que debe hacerse en la red y lo que no, y uno se lía, la verdad. Los realitys shows de Telecinco venden la vida cotidiana de la gente: cómo se relacionan unos jóvenes en una casa, cómo es la vida de gente sencilla que se parece al pueblo. Así que una de las listas dice que el candidato debe parecerse al pueblo. Pero inmediatamente encuentras otras recomendaciones que indican lo contrario, que el candidato sea serio y se centre en las propuestas.

Hoy, por Twitter, me llegan ¿palabras? de Sebastián Pérez, a la sazón presidente del PP de Granada: Cuenca imputado, los socialistas mienten y lo llevan como candidato, junto a un enlace para leer la noticia. Y me pregunto si ese tweet cumple alguna de las normas de las recomendaciones que se hacen a los candidatos en la red. Más allá del recurso a la banalidad o a la proposición, en ningún apartado aparecen recomendaciones éticas: no manipular la información, no enmierdar la vida pública, ya de por sí bastante enmierdada, no tomar al votante, a la ciudadanía como una caterva de idiotas, respetar, en suma, valores democráticos.

En la calle, esta mañana, me encuentro con, pongamos, Alonso: 70 años, dos tumores cronificados y una vida de mierda. Pese a todo sonríe. Lo conozco como asistente social. Alguien le ha dicho que voy en la lista del PSOE con Paco Cuenca. Al despedirnos me ha dicho: hijo mío, robar, yo no sé si roba todo el mundo, pero no es lo mismo peer que chiflar. Adiós, Alonso, le he dicho. Así ha nacido este post.