miércoles, 10 de octubre de 2012

Los políticos como problema a modo de telegrama o esquela después de la encuesta del CIS



El capitalismo está en crisis.

El sistema político que sustenta este capitalismo es esta democracia.

Esta democracia es representativa, es decir, la ciudadanía (quien tiene esa etiqueta legal) elige cada cuatro años a sus representantes.

Estos representantes son elegidos porque previamente son elegidos (o nominados digitalmente) por los partidos políticos (en función del partido político de que se trate).

El capitalismo ha decidido afrontar su crisis cobrándose sus pérdidas del pueblo. Es decir, digámoslo ya a las claras: planeando y ejecutando una estafa.

Este es el círculo, el panorama.

Y se abre otro (otro círculo). Si el pueblo elige a los representantes y son incapaces (algunos no quieren) de hacer frente al capitalismo, a ese señor neutro sin sexo, sin nacionalidad, sin ideología llamado mercado, lo normal es que el pueblo se indigne, se cabree, se manifieste y descrea.

En términos generales, la izquierda (de la derecha española espero poco, o nada, desafortunadamente para todos) tiene que democratizar a los partidos políticos. El PSOE también aunque sea el partido más democrático de este país. Pero que sea el más democrático no quiere decir que no deba ser más democrático. Sólo así se evita buena parte del clientelismo, servilismo, institucionalización, etc. Eso sí, a pesar de la institucionalización, mayormente del PSOE porque ha sido gobierno, nunca he sentido que mis compañeros y compañeras en el gobierno pensaran que el poder les pertenecía. Ha habido casos de corrupción, de nepotismo y de despotismo en ocasiones, pero más allá de estos casos execrables, no ocurre como en la derecha española que considera que el país les pertenece, que España es suya, que cuando gobiernan otros, esos otros son unos intrusos. De ahí su nacionalismo españolista que dibujan verbalmente como patriotismo.

Por otro lado, la izquierda no puede, acudiendo a la responsabilidad de Estado, no decir la verdad: somos un país intervenido en este momento, tenemos que jugar en un ámbito global que tiene límites y, sobre todo, fórmulas para combatir esta realidad y no resignarnos porque es una estafa, una tremenda estafa.

Internamente, pues, más democracia desde mi humilde punto de vista, y externamente fortalecimiento del demos, del pueblo, de su músculo democrático. Y para ello, el ámbito local es idóneo. Volver a la ciudad en el corto y medio plazo, no para ganar elecciones como objetivo exclusivamente, sino para robustecer al pueblo. De seguro que entonces gobernará la izquierda en el ámbito urbano.