jueves, 16 de diciembre de 2010

Que el potencial sea

Escribe Guattari (psicoanalista y filósofo) en el artículo Prácticas ecosóficas y restauración de la ciudad subjetiva: Se ha perdido el gusto por la diferencia, por lo imprevisto, por el acontecimiento singular. Los concursos televisados, el star system dentro del deporte, los espectáculos, la vida política actúan como drogas neurolépticas que previenen la angustia al precio de la infantilización, de la desrresponsabilización... No podemos pretender recomponer una tierra humanamente habitable sin reformular las finalidades económicas y productivas, los planes urbanísticos y las prácticas sociales, culturales, artísticas y mentales... El nacimiento, la muerte, el deseo, el amor, la relación con el tiempo, el cuerpo, las formas vivas e inanimadas piden una mirada nueva, depurada, disponible. Esta subjetividad la debemos regenerar constantemente. Reconquistar la mirada de la infancia y de la poesía en sustitución de la óptica seca y ciega al sentido de la vida del experto y el tecnócrata e instaurar una ciudad subjetiva en el corazón mismo de estas necesidades, reorientando las finalidades tecnológicas, científicas y económicas, las relaciones internacionales y la gran maquinaria de los medios de comunicación de masas... Esta nueva definición colectiva de la finalidad de las actividades humanas depende, en gran medida, de la evolución de la mentalidad urbana... Debe cuestionarse la separación entre lo civil y lo público, entre lo que estético y lo que es político, y reclamar la redefinición de las formas colectivas de expresión, concertación y realización. Esto no sólo llevará a cambiar la vida, como decía la contracultura de los años sesenta, sino a cambiar la manera de hacer urbanismo, educación, psiquiatría y política, así como la manera de gestionar las relaciones.

Cuando, Paco Cuenca, visita algún barrio, algunos vecinos le dicen que el autobús llega tarde y le preguntan cómo piensa solucionar este asunto. O bien, alguien le comenta que en su calle no hay zona de aparcamiento y tiene que dejar su coche cuatro calles más arriba del lugar en el que vive. Sin embargo, ninguno de estos problemas tienen fácil solución. Nos afectan personalmente, pero las soluciones deben ser globales, no puntuales. Es decir, vivimos en un mundo complejo pero exigimos respuestas que nos satisfagan de forma inmediata.

Y no me extraña que sea así cuando la política se mercantiliza y las relaciones de la clase política con la ciudadanía se reducen a eso, a un mercadeo político sujeto a la oferta y a la demanda.

El cambio, afirma Guattari, debe nacer en las ciudades: una redefinición de lo que significa estar y ser en el mundo. Lo demás es dejar que lo que ya es, permanezca, en lugar de permitir que el potencial humano, cívico, sea.