martes, 30 de junio de 2009

Fiestas de barrio, fiestas de La Chana


La prima segunda de mi padre por vía materna, la prima Gumersinda, adoraba las fiestas del barrio de La Chana. Era el único momento del año en que le compraba a su marido unas buenas botellas de vino de forma que, con la cogorza, pudiese dormir una larga siesta y la dejase tranquila mientras ella se colocaba una rosa en el pelo y recorría el barrio con su mantón de Manila sobre los hombros. El resto de los meses su marido se atiborraba en El Gallo con palo cortado a dos duros el vasillo, pero no había forma de tumbarlo y para la prima Gumersindo era imposible hallar una vía de escape ya que a duras penas llegaba a fin de mes porque eran siete en casa. De modo que con una vela a dios y otra al diablo, como ella confesaba, juntaba peseta tras peseta la calderilla suficiente para tumbar a su marido a base de vino caro durante tres tardes de primeros de septiembre. Todavía la recuerdo, lozana, con las lágrimas en los ojos repitiendo un dicho que ha permanecido en mi memoria: Para mi marido sólo hay dos tipos de vinos, el bueno y el que es mejor.

El viernes la chiquillería despertaba a ritmo de banda y cohetes y con pantalón corto, camiseta y playeras, nos dirigíamos a ver cómo se montaban los columpios. Por la tarde, después del llanto para conseguir que tus padres te dieran una vuelta a ver lo que pillabas, podías disfrutar de las cucañas. El resto de los días, con la ilusión de crecer y aspirar a conducir un coche de choque, los pasabas de actividad deportiva en actividad lúdica: cine para todos, futbito, carrera popular, talleres...

Como se sabe la memoria es selectiva, pero yo recuerdo a la gente del barrio en la calle, las camisas a cuadros de los hombres y los vestidos floridos de las mujeres a la busca de jolgorio en la plaza durante el flamenco, acompañando la orquesta a ritmo de pasodoble hasta bien entrada la noche. Sin duda, las personas que dirigieron durante aquellos años la asociación de vecinos, consiguieron ofrecer lo que la gente necesitaba. En un barrio como La Chana, lleno de emigrantes que llegaban del campo, las fiestas eran parecidas en su contenido a las de su pueblo. Sin embargo, a día de hoy, en muchos pueblos de La Alpujarra, las fiestas, además de la orquesta y de los juegos infantiles tradicionales, ponen en valor alternativas que tienen que ver con la gastronomía, con la memoria en el sentido antropológico, la iniciativa turística o empresarial. Es decir, las fiestas de barrio han tomado una dimensión nueva entre la tradición y la mirada puesta en el futuro a base de dosis de imaginación.

No obstante, en Granada, las fiestas de barrio han caído en un letargo pese a que se mantienen por el esfuerzo de unas cuantas asociaciones. El Ayuntamiento ofrece un dinero siempre escaso que, en el caso de La Chana, se agrava por carecer de un espacio definido, y allá usted se las apañe. Por parte del PP no hay voluntad de impulsar estas fiestas. Desde alcaldía se ponen en contacto con las asociaciones de vecinos y solicitan pregonar las fiestas. Luego acuden en manada a la inauguración, tapean con los dirigentes vecinales y hasta el año que viene. Por el camino se ha perdido toda una historia de trabajo desde los principios de la educación y la cultura popular, rica y potente en nuestra tierra. Al mismo tiempo, hemos perdido la posibilidad de trabajar de forma coordinada entre los diferentes colectivos que forman parte de los barrios. En La Chana, hasta no hace muchos años, las fiestas las coordinaba la asociación de vecinos pero siempre había un grupo de jóvenes, de mujeres, de mayores, de padres, de comerciantes que se implicaban en su organización. No es sólo un problema de calidad, sino también de tensión y de participación e implicación. El PSOE ha vuelto este año a poner una caseta en La Chana. Recupera de esa forma un punto más de presencia, pero al PSOE le toca implicarse con la asociación de vecinos para lograr unas fiestas de barrio que, desde el respeto a todos estos años, halle nuevos horizontes y ponga en valor todo lo bueno que nuestros barrios tienen.

martes, 23 de junio de 2009

Después de la asamblea ciudadana


Miguel Ángel Madrid

Hoy tomaba café con una buena amiga, quizá la mejor que tengo. Es de esas amigas que te guían y te cuidan a base de mostrar escenarios vitales posibles sin dejar de soñar. Me comentaba que lo peor del silencio ciudadano en Italia, en España y en otros lugares en las pasadas elecciones europeas, no era un silencio que significara pasotismo o desdén, sino que se trató de un silencio más cercano a la impotencia ante la imposibilidad de mejorar la situación de un mundo que, pese a la crisis, parece que no quiere aprender y que sigue dominado por la voluntad de unos pocos donde otros pocos, que dicen defender a las mayorías, le siguen haciendo el juego a los pocos dominantes. No es raro escuchar las embestidas que recibe Zapatero para desregularizar el despido, como si todos los males de la crisis radicaran en esa solución, como si la especulación, la acumulación sin límite, las ansias de poder y dominación no hubiesen sido las estrategias y los fines perseguidos.

En las estructuras, como la de la iglesia católica, quién si no los que forman parte de esa entente desean ser fieles después de la postura ante cuestiones como el aborto, el uso del preservativo o la castidad. Quién si no los que forman parte de ella pueden soportar mantener las anteojeras ante los casos de pederastia, o las alianzas con las dictaduras en España, Chile, Argentina...

Son cosas tan generales pero a la vez tan evidentes que aterrizar en lo local con argumentos de este tipo puede sonar a un ejercicio a base de tirones con tal de arrimar el ascua a mi sartén. Sin embargo, el camino que inició el PSOE en la ciudad de Granada el pasado día 20 en el Zaidín con la asamblea ciudadana, ha supuesto que una estructura, como es también el PSOE, comience a permeabilizarse en el sentido de permitir la entrada de aire fresco. Sólo puede conseguirse la afectación de la ciudadanía si la misma siente que en el espacio donde participa puede aportar cuestiones que mejoren la relación con los demás. No hay más secreto que la participación ciudadana. Una participación que el PSOE debe saber que tiene diferentes tonos. En esta ocasión, el tono ha sido la búsqueda de un espacio donde los vecinos nos dijeran en qué situación se encontraba el barrio donde viven, lo que le falta, junto con los deseos acerca de cómo relacionarse con el territorio y con el resto de vecinos. Al mismo tiempo, los vecinos le dijeron al PSOE que no son lícitas todas las formas de ejercer la política, sino que hay que tener presencia, apostar por la transparencia, el diálogo frente a la confrontación, el ejercicio de un liderazgo cercano capaz de compartir sintonías, es decir, un liderazgo que impulse los anhelos de las personas más allá de los personalismos.

Ahora le toca al PSOE poner en práctica todas las sugerencias, demandas, alternativas, al tiempo que se corrigen las críticas. Y, al mismo tiempo, desde mi punto de vista, la política es también y sobre todo creatividad, por eso hay que seguir buscando escenarios, encuentros ciudadanos que faciliten la comunicación con la gente. Entre las aportaciones, los vecinos nos han dicho que mantengamos estas reuniones de forma periódica en los diferentes distritos, y habrá que buscar medios, fórmulas para que, cada vez, una mayor número de gente comparta esta forma de trabajo. Sorprende que en estos tiempos de nuevas tecnologías de la información, los vecinos sugirieran que se les convocara e informara mediante octavillas que se depositaran en su buzón, o mediante un boletín o a través de responsables en el territorio. Es decir, la gente quiere que se le toque a su puerta cuando los temas les afectan tan de cerca.

Otra cosa maravillosa era el deseo de los vecinos de todos los distritos de Granada de que el PSOE defendiera lo público frente a lo privado como forma de mantener las señas de identidad, que se resumen en el interés colectivo por encima del individual, la comunidad, el nosotros por encima del yo. A mí, qué quieren que les diga, me suena a poesía.

miércoles, 10 de junio de 2009

Asamblea ciudadana: inicio de una revolución cívica en Granada


El PSOE de Granada, después de mucho tiempo sin hacer los deberes, trabaja en lo que es su obligación: Hablar con los granadinos y granadinas.

Después de la derrota electoral en las municipales de 2007, del ejercicio de autocrítica correspondiente, de la elección de una nueva dirección política en la ciudad, encabezada por Chema Rueda, el PSOE ha vuelto a lo que toca. Y lo que toca es que los ciudadanos hablen porque no puede aceptarse que la participación ciudadana se circunscriba al día de las elecciones sin más. Por ideología, creemos en una ciudadanía robusta y responsable. Por eso, a pesar de los errores y olvidos, ahora es el momento de salir a la calle. Desde mi punto de vista, el acercamiento ha sido mutuo. Quizá hace un tiempo la gente no sabía dónde buscarnos, pero con la apertura y reactivación de nuevas sedes locales, nos hemos vuelto a encontrar en los barrios, en ese espacio donde siempre se necesitó más una voz socialista.

Después de este verano, será el momento de iniciar el contacto con los colectivos que trabajan en beneficio de esta ciudad. Pero ahora toca llamar a la puerta de los vecinos de los barrios de Granada. Y cuando abran, nos miraremos a la cara y nos sentaremos a escuchar los reproches, las críticas y las ilusiones que tienen. Nos vamos a sentar al fresco con la silla en la puerta. Y en esa charla, cómo no, tendrán que estar las asociaciones de vecinos que quieran colaborar con el PSOE.

Durante los últimos meses, en un trabajo discreto, hemos hablado con vecinos anónimos. Queríamos comprobar si las opiniones sobre la situación de los barrios que hacían estas personas coincidían con las del PSOE, con las de otras personas destacadas que tienen un conocimiento profundo de lo que acontece en estos territorios. Y claro, los lugares comunes se hicieron evidentes desde el primer momento: El PP, con el alcalde Torres Hurtado a la cabeza, ha entrado en una espiral que arrastra en su vórtice la vida en común de los vecinos. Hoy el PP sigue siendo esa derecha reaccionaria que siempre marchitó cualquier iniciativa que no fuese la de sus intereses particulares. Por eso ha tejido una red clientelar utilizando algunos colectivos vecinales sin respetar la historia y la contribución a la democracia que las asociaciones de vecinos hicieron en esta ciudad. El PP no acepta a quien piensa de forma diferente, de ahí que no sea difícil escuchar a los ediles del PP soltar impertinencias. El PP tiene una estrategia clara para asfixiar las Juntas de Distrito, que es el órgano de participación vecinal en los barrios y, así, es factible silenciar el abandono.

La lista de quejas es amplia. No obstante, esperamos enriquecer el diagnóstico de lo que pasa en los barrios el próximo día 20 de junio en el Zaidín, en el Colegio Parque de las Infantas con muchos más vecinos y vecinas en una asamblea ciudadana.

Ese día, al igual que ha ocurrido con nuestro trabajo de los últimos meses, esperamos que la gente nos diga qué estamos haciendo mal. De esa forma, juntos, podremos mejorar la vida en los barrios, que son también Granada, a través del diálogo frente a la impertinencia, frente al abandono, desde la cercanía y la presencia, proponiendo espacios comunitarios que eviten la manipulación vecinal. En suma, una revolución cívica que no es otra cosa que impulsar la participación ciudadana. Este es el camino en el que podemos encontrarnos el día 20 de junio y durante los próximos meses.

sábado, 6 de junio de 2009

Pleno municipal en Granada: una experiencia inolvidable

Miguel Ángel Madrid

No sé si a ustedes les habrá pasado, pero hay gente que siempre es vieja. Uno no ve en esas personas una evolución, el pasar de los años. No hay primaveras y lo mismo da que sea el día del Apóstol Santiago que el día de su cumpleaños. Lo dicho, personas viejas. Eso le pasaba a Paco viejo. Así lo nombrábamos en casa, todo de corrido. Paco viejo siempre nos enseñó que, aparte de que él mandaba, había que ser ante todo una persona formal. De igual forma, y perdón por la redundancia, nuestra vida debía ser formal.


Él era un rojo formal, de vida formal. Sin embargo, conoció la pasión, y por eso lo recuerdo, pese a las formas. Recuerdo, de niño, mientras jugaba en la calle, cómo se adueñaba del espacio camino de mi casa, cómo encendía su cigarro negro sin importarle el cenicero porque en esos momentos me sostenía entre sus piernas. Desde entonces, de tanto mirar a Paco viejo, siempre distinguí el aura que envuelve a las personas. Hablaba conmigo como si fuese un adulto, cosa que, por aquel entonces, nadie hacía. Y, claro, recuerdo sus palabras como si las tuviese grabadas a fuego: Camina y cuida las formas, entrégate en todo lo que hagas porque si no, no habrá merecido la pena vivir. En el fondo, su formalidad era una informalidad que escondía su temperamento.

El último día que lo tuve delante lo acompañé hasta la parada del autobús. Cuando llegamos, me cogió en alto y sentí su aliento añoso. No te equivoques, que no pase el invierno y, al final, llegues a la conclusión de que te equivocaste. Entrégate aunque ahora no entiendas, mantén la entrega de hoy cuando ya nadie pueda sostenerte en brazos.

El pasado día 29 de mayo viví el pleno municipal del ayuntamiento de Granada. Presidido por Torres Hurtado, mientras se pasaba uno tras otro por todos y cada uno de los más de 60 puntos del orden del día, pensé en Paco viejo; se me vino a la mente como llega siempre, cuando la formalidad intenta aterrizar en mi vida.

Fue un pleno lleno de formalidad. Con cada moción de la oposición, el debate formal y la votación formal. Dieciséis aplastantes manos alzadas frente a once tímidas manos. Formalidad y nada más que formalidad.

Cada uno pasa el tiempo como puede, así que yo hice flash-back y me situé en las piernas de Paco viejo. Volví a oler su cigarro áspero, a enredar mis pequeños dedos entre los suyos poderosos y contemplé su piel arrugada por sus años siempre viejos. Paco viejo hubiese pedido la palabra y con una formalidad solemne hubiese dicho que la formalidad no es más que una informalidad, pero que allí sobraba horchata y faltaba brío, pasión, músculo, vísceras.

La democracia a que nos quiere abocar el sistema no es un ejercicio formal, sino comunicación, interacción, participación, conciencia, responsabilidad, un viaje al centro de la Tierra, coño. No me extraña que no haya público en la sala. Son sesiones soporíferas que el gobierno del PP se preocupa mucho mantener. La estrategia del PP es que el alcalde pase de puntillas por los problemas de la ciudad. Si hay que arrearle a la Junta, que el alcalde se presente como el defensor de los granadinos. Lo demás, que aparezca el alcalde cuando los problemas estén en vía de solución o bendiga a los rocieros en su camino al Rocío. Y en el pleno, chitón, sólo un moderador estilo 59 segundos. Es lícito, no lo voy a negar, pero es insoportable tanta formalidad, tan poco fondo. En el fondo, y perdón, con tanta formalidad nos convierte en ciudadanos estúpidos, en ciudadanos ajenos a lo que acontece en la vida de la ciudad. Tanta formalidad nos convierte en ciudadanos estúpidos sin musculatura cívica alguna, sin entrega por los asuntos públicos, que no es otra cosa que nuestra vida, incluida la individual por si alguien sólo quiere vivir mirándose el ombligo del trasero.



jueves, 4 de junio de 2009

De visita por Colombia: Bogotá y Medellín

Miguel Ángel Madrid

No. He de reconocerlo. No me gusta que, en estos días, Colombia haya acogido un foro internacional sobre terrorismo, ni ver a los Príncipes de Asturias paseando por Medellín junto al Presidente de la República, Álvaro Uribe, y su señora, pues más que su mujer o su esposa, o su compañera o su pareja, es su señora y la de todos los colombianos.


Sólo hay que visitar de forma

más o menos asidua el semanario
Revista Semana, para darse cuenta de que el señor, Álvaro Uribe, no es un ejemplo de lucha contra el “verdadero” terrorismo. La Web lo pone fácil. Antonio Caballero, periodista amenazado, y otros como él, llevan denunciando los excesos que comete a diario el Presidente Uribe, la gente de su Gobierno o sus hijos. Ahí están los falsos positivos, un eufemismo del lenguaje que encierra una acción gubernamental execrable y que, sólo por eso, basta para que este foro carezca de legitimidad. Por si no lo saben, los falsos positivos, en esa tríada de la vida política colombiana (Gobierno, paramilitares y guerrilla), no es otra cosa que crímenes perpetrados por miembros de las Fuerzas Armadas que preside Uribe contra personas, civiles que, posteriormente, son utilizados como “efectivos golpes”, arma arrojadiza contra la guerrilla, es decir, son acusados de cometer atentados, en este tiempo, tan del gusto neoliberal, de atemorizar a la población con la fuerza del terror, socavando los derechos humanos para, a la postre, presentarse el Presidente Uribe como salvador de la patria, como garante de la ley y el orden, en una pugna antigua, demasiado antigua y demasiado callada en que se ha convertido la política y no sólo la colombiana.

Por eso en la última cumbre de jefes de estado americanos, Uribe se vio más sólo que nunca. Obama, el nuevo presidente estadounidense, no era el íntimo, el aliado, Bush. Y pese al populismo que demuestra Uribe, que lo lleva a modificar la Constitución para que lo reelijan por segunda vez, tan criticable en todo caso como el caso de Chávez, -aunque los ojos se posen siempre en este último-, espero que los colombianos cambien de opción en las próximas presidenciales, apostando por personas como Antanas Mockus o como la propia Ingrid Betancur, después de los intentos por desprestigiarla que su compañera de secuestro ha realizado, no sin el beneplácito de la CIA. La cosa no será fácil. El populismo de este señor va de la mano de altas dosis de clientelismo que, en el caso colombiano, es más preocupante si cabe, por el uso de la violencia, de forma directa o indirecta, que ejercen los paramilitares, adeptos al Presidente Uribe que, pese a su rostro de hombre educado y bueno, utiliza, por poner un ejemplo, en el ámbito de la justicia métodos mafiosos que nos hacen mirar a la derecha y pensar en ese personaje macabro que es Berlusconi.

Medellín, Bogotá, no son ciudades acosadas por el terrorismo. De existir, existió violencia estructural, no mayor que otras ciudades latinoamericanas de su entorno. Pero ninguna de estas dos afirmaciones que acabo de realizar son ciertas en puridad. La pugna terrorista, -narcotráfico mediante-, incluido el terrorismo de Estado, era una de las principales razones de la violencia estructural de ambas ciudades. Dos ciudades que han intentado salir del marasmo cruel en que se encontraban gracias a la gestión política de personas, de alcaldes que han contado con la colaboración de intelectuales como Martín Barbero y otros muchos, y que propuesto otra forma de convivencia, a través de la aplicación de verdaderas políticas culturales basadas en una nueva pedagogía cívica, sin temor a jugar con la población como formas de apropiación de una nueva conciencia ciudadana. Ha sido el esfuerzo de personas como Antanas Mockus, el que ha permitido que Bogotá deje de ser una ciudad caótica para convertirse en una ciudad que comienza a caminar por sí misma. Ha sido la política, no otra cosa, la que ha salvado de muerte segura a muchas personas. La política, tan denostada, tan necesaria. Bogotá, Medellín, son la muestra de cómo se pueden construir espacios de convivencia, de paz, de desarrollo, desde lo local, como manera de proyectarse de forma general hacia el futuro, hacia un camino de carácter más global. Experiencias, empresas de este tipo, son las que me hacen ser un municipalista convencido.


lunes, 1 de junio de 2009

Mujeres

Miguel Ángel Madrid

Tiene el mundo demasiadas razones para estremecerse, y la lista en nuestro tiempo es harto extensa aunque se resume en unas pocas: riqueza extrema, pobreza absurda, dominación racista, crisis mediambiental motivada en gran parte por nuestro modelo económico de decrecimiento.


De ahí que acudir el pasado día 28 mayo a la cita que la Agrupación Municipal del PSOE celebró para conmemorar los treinta años de ayuntamientos democráticos con la compañía de concejalas del partido, podría parecer un hecho que no estaba entre los graves motivos que tengo para estremecerme y ocuparme. Pero fui, siempre con esa certeza intuitiva que en ocasiones me invade y que impide todo raciocinio; por eso, en momentos así, quisiera que alguien me amarrara a un mástil para no sucumbir a la locura de las sirenas.

Mujeres.
Como se sabe, son los hombres, como yo, pero no como yo, sino mucho mejores que usted y que yo, infinitamente más sabios, los que pueden enseñarnos caminos, horizontes, en estos tiempos oscuros que nos toca vivir. Como se sabe, sólo la experiencia acumulada por años de responsabilidad, de posición social, de entrega a las causas perdidas, puede facilitar el hallazgo de…, yo qué sé, estrategias para cambiar el mundo como poco. Pese a todo, acudí a perder el tiempo con mujeres. Mujeres políticas además. Sin embargo, ya digo, el canto me penetró por el tuétano y salí pitando, como uno de esos personajes de los coches locos.

Mujeres.
Sus nombres eran, Emilia Morcillo, Amalia Cavajal, Carmen García Raya y Asunción Jodar, moderadas por la secretaria de organización del PSOE, María del Mar García Morales.

Mujeres que hablaron de política con un lenguaje que apenas resultó político, en cuanto jerga quiero decir. Hablaron de sus logros, pequeños y grandes, durante su gestión como ediles municipales, de la forma de trabajo que desempeña la actual portavoz municipal con el resto de compañeros y compañeras. Hablaron otras mujeres, también concejalas, a las que representaban las mujeres que acabo de nombrar, y dijeron que no basta con llegar al poder si, a la postre, la toma de decisiones sigue siendo cuestión de hombres. Qué otra cosa podía pasar si son los hombres los que se la juegan, los que saben, los que lo tenemos claro.

Mujeres que apostaron por la zona norte de la ciudad desde la participación ciudadana, desde el primer momento en que dicha participación tiene sentido y sirve para algo, y que no es otro que el diagnóstico, que pusieron los cimientos de lo que podrían haber llegado a ser los ayuntamientos de barrio, que se preocuparon por la violencia de género cuando acudir a un fiscal no garantizaba que entendiera lo que eso significaba.

Las causas de por qué las mujeres permanecen tan poco tiempo en el poder fue una de las preguntas del público. Son causas estructurales, cómo no, de carácter cultural, es decir, las más difíciles de vencer.

Por eso me fascinó la narrativa de estas mujeres. Frente a la retórica intransigente del PP, incluidas sus ediles, siempre ellas tan machistas, frente a la narrativa del hombre que ejerce el poder y que ocupa el espacio público, en este acto se pudo visualizar la narrativa de la cercanía, de la sencillez, de la emoción, del diálogo, -y esto, por favor, nada tiene que ver con la maternidad-, que puede hacer que el PSOE recupere la alcaldía de la ciudad. Ahí, entre las palabras de estas mujeres socialistas, anidaba el secreto de la revolución cívica que propugna el PSOE para Granada.