Hay nubarrones. Sufrimos la terrible presión del capital, del gran capital: Esa mano invisible que es bien visible. Esta presión demuestra la realidad de nuestro país, ciertos límites que el capital no permite que se traspasen. El gobierno de Zapatero impulsó durante la anterior legislatura, medidas en pro de los derechos civiles. También puso en marcha medidas referidas al suelo y al conocimiento, como fórmula para escapar de un crecimiento económico basado en el ladrillo. El PP, al referirse a sus 8 años de gobierno, habla ahora de milagro económico. Pero su milagro casi nos mata. El gran capital y sus servidores, -el PP en España y la banca-, en esta crisis, nos trae las recetas de siempre: reforma laboral, recorte de gasto público. Debilitar a los débiles. Y los débiles, en este país, son los asalariados, los trabajadores de cuello azul, los que cada día se ponen el mono. Pero al capital dice que España tiene unos salarios muy altos. Y si este es el diagnóstico del capital, amenazan con no invertir en nuestro país. Y sin esas inversiones, con una masa de trabajadores dedicada fundamentalmente a la construcción y los servicios, cómo se va a generar empleo. Zapatero, quizá, no puede resistir esta presión del capital. Quizá no valgan nuestros votos. Quizá no sea posible salir de la crisis sin otro envite de un capitalismo que agoniza.
En cuanto al gobierno de Griñán, en la Junta de Andalucía, andamos de capa caída y centrados en la gestión del día a día. Agotado por el número de desempleados, sin reflejos para hacer política con letras mayúsculas allá donde se les necesita: en la calle. Para evitar la confrontación con los ayuntamientos gobernados por el PP, la Junta de Andalucía, apostó por el diálogo. Pero ese diálogo siempre ha contado con la deslealtad del PP. Y así aterrizo en Granada. La Junta de Andalucía gestiona y el alcalde confronta. Y en el caso de España, ya está licitado, por ejemplo, el tramo de AVE hasta Granada, y el alcalde calibra cómo manejar este asunto para sacar tajada. Si es necesario, que el AVE no llegue a Granada. Siempre se le puede echar la culpa a los socialistas.
La agrupación del PSOE de Granada debe jugar en este escenario. Somos conscientes de que el PP tiene paralizada esta ciudad, que el alcalde no ha aportado ni una sola medida para el presente inmediato de la ciudad. No digamos ya para el futuro. Nada es nada. Así que debemos asumir el compromiso de aportar lo mejor de nosotros mismos al gobierno de Zapatero y al de la Junta de Andalucía, sin descuidar nuestro papel en la ciudad. Y no por el poder ciego. Sino porque como juega en estos momentos el capital, sería nefasto volver a sufrir las recetas del PP, las recetas de la lógica del mercado salvaje.
En el PSOE tenemos ilusión y vamos a ser valientes. Vamos a batallar por la ciudad de Granada y sus vecinos y vecinas. Soñamos una ciudad que pueda mirar el futuro con optimismo.
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