viernes, 17 de abril de 2009

Yo también me voy a hacer conservador

Miguel Ángel Madrid

Sí, lo he pensado detenidamente y voy a hacerme conservador.

Podría parecer que las ideologías han muerto, pero nada más alejado de la realidad. Yo voy a defender que el Parque Metropolitano se haga en los terrenos de RENFE. Voy a defender a los que compraron suelo al calor del desarrollo del Campus de la Salud, y a los ecologistas al mismo tiempo, sin pudor alguno, de paso conservo mi dinero aunque resulte una contradicción. Deben saber que los conservadores no tenemos contradicciones.

Yo quiero que se conserve la vega a base de ladrillos, pero eso sí, hechos de abobe y tintados de color verde. Un tinte natural, of course.

También quiero hacerme conservador para que Granada siga siendo lo que siempre fue y será: La Toma, la Semana Santa, el día de la Cruz y el Corpus.

Comprar un palco que pase de generación en generación. Llenarme el
pelo de gomina y casarme con una mujer estirada que tenga la cara
ídem por su cabellera lacada, tanto de joven como de vieja, con las manos ensortijadas en oro que se pule de madres a hijas. Y tener muchos hijos, todos del Opus, o de los Legionarios de Cristo. Algo por el estilo.

Un conservador de los buenos, un instigador ante cualquier proyecto que suponga un beneficio para la ciudad.

Quiero que mis hijos vayan al conservatorio, no por amor a la música, sino por ser un conservador. No querré una programación cultural donde la creatividad sea lo que prime, y menos la crítica, sólo un teatro añejo, cargado de Zarzuela, pero con un toque chic, (es lo que tiene convertirse en un conservador de la noche a la mañana, aunque espero limar estos aspectos desagradables poco a poco), ya que me derretiré en los Festivales de Música y Danza ante los míos, para lucir el último gran automóvil que me acabo de comprar.

Nunca más iré de camping, y negaré haber nacido en La Chana. Por eso me he comprado un Carmen en el Albaicín, con cochera, claro, y con vistas a la Alhambra eterna. Seré un conservador albaicinero.

Eterna. Qué palabra tan granadina. Seré un conservador de las esencias citadinas, y pediré que, en cada plaza pública, los bustos de los prohombres de Granada remachen dichas esencias. Le rezaré a San Cecilio, porque fue un santo que, aunque no existió, demuestra que Granada fue antes cristiana que mora. Y rezaré más: Le seguiré pidiendo a San Cecilio que los Libros Plúmbeos los reconozca el Vaticano, y que se deje de imposturas y de falsedades. Lucharé, me batiré el cobre hasta que la Abadía no sea sede del Ayuntamiento.

Eterna. Granada eterna y cristiana para, de esa forma, alejar el fantasma de lo moro, aunque me apoye, para realzarla en su eternidad, en los vestigios del antiguo reino moro para que esta ciudad sea lo que siempre fue y será: Cuna del cristianismo martirizado. Si le extraña el juego de sentidos, se aguanta y se hace conservador.

Eterna, con Ganivet a la cabeza, seguido de Gallego Burín. No hay más esencias que estos dos hombres, porque todos los que quieran ser alcaldes, conservadores, tendrán que mirarse en ese espejo para que el sol brille sobre la Alhambra cristiana, qué digo, y con perdón, la Alhambra mora conquistada, Granada, la bella.

Yo quiero ser un conservador para liberar tensiones y gritarle a los sociatas de la Junta que son unos malditos que nos castigan. Ah, el martirio, la falta de proyecto colectivo, qué delicia. Vivir mirándome el ombligo, ser un conservador que defiende Sierra Nevada, no por su riqueza, sino para hacer un teleférico que nos enriquezca a unos cuantos. Cambiarme el apellido, matricular a mis hijos en un colegio privado, a ser posible concertado para reírme de los laicos, mirarlos no sin sorna por defender la escuela pública y acudir a los Tribunales por imponerme Educación para la Ciudadanía. Manifestarme en contra del aborto aunque nuestras hijas aborten en secreto.
Quiero ser un conservador porque cuando vienen las vacas flacas, los políticos nacionalizan las pérdidas. Con este escenario y con la cosmovisión cultural de esta ciudad, mantener nuestro, el de unos pocos, claro, status quo.

Quiero ser un conservador que reparta juguetes a los pobres de la ciudad un día al año, para que la izquierda tropiece una y otra vez con un proyecto colectivo con el que todos quedemos contentos. Quiero ser un conservador porque, por fin, he entendido que el café para todos en lo municipal me beneficia a mí y a los míos.

Quiero ser un conservador porque la élite granadina, -unos cuantos y seguidores que nos siguen a pies juntillas-, es la que dirige los designios de esta noble, ilustre y muy loable ciudad. Amén.

PD: Como ve, sólo hay beneficios. Hágase, pues, conservador.

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