la resaca de Semana Santa, de visitas a Hermandades y Cofradías, de lustre y fervor. Los dos viven la resaca de la pasión y, ahí están, uno frente al otro. No se dicen nada, pero no hace falta, los ojos hablan por ellos. Se conocen bien, se miden en secreto, sus fuerzas, sus posiciones, sus aliados, en ese anhelo por controlar el futuro, tan humano, pese a la futilidad del intento.
Los dos están en el despacho, se llaman Torres Hurtado y Sebastián Pérez, alcalde y presidente del PP de Granada. La pasión era divina, la mundana no merece interés. La crisis del sistema es un problema ajeno. Fuera llueve. Llueve insistentemente, es una tormenta que pasará, que pasará como todo pasa. Así piensan ellos. La crisis, dice Sebastián con los ojos acompañado de una sonrisa ladeada, es un problema de Zapatero, que él se las entienda con los granadinos.
La techumbre que cubre el despacho de nuestros dos protagonistas ha comenzado a agrietarse y el agua se cuela por las ranuras. Goteras que repiquetean cual marcha de cofrade sobre la mesa que separa a los dos hombres. Sebastián Pérez se levanta y coloca una palangana sobre la mesa para que recoja el agua. Gracias a Dios que la sequía ha pasado, dice Torres Hurtado, como pasará la crisis. Pero el canon por la sequía hay que seguir pagándolo, alcalde, responde Sebastián. Hay que exprimir, no aliviar a los granadinos, así se desatan las contradicciones, se agudiza la crisis. Pero, Sebastián, eso lo decía el marxismo, además, sólo es un recibo, una minucia para la gente. Tú a lo tuyo, al gobierno de la ciudad, alcalde.
El alcalde calla, será que otorga. Vuelve a medir a Sebastián, el hombre que más cargos acumula de la provincia. Lo mira a los ojos directamente y el miedo le llega hasta el tuétano porque el de los cargos no sólo lo estaba midiendo, sino que lo escrutaba. Así que el alcalde se relaja y el diálogo sordo vuelve a ponerse en marcha:
- La casa de todos los granadinos tiene goteras, Sebastián.
- No importa, tú lo único que tienes que decir es que la culpa es de otros, de Zapatero, de Chaves, de Griñán, de Caler. De ahí no te salgas.
- El PGOU no está aprobado.
- La culpa es de los socialistas, si lo prefieres mejor.
- Los servicios sociales, el IMFE...
- Si no hay tu tía, ya sabes, la culpa es de la Junta. Para nosotros, durante este tiempo, entérate bien alcalde, los granadinos no son granadinos, son andaluces, españoles, europeos, inmigrantes.
- Tienes razón, para qué arrimar el hombro si así ganamos las elecciones la otra vez.
- Y si no lo decimos nosotros, ya lo dicen nuestros voceros: 19 años perdidos para Andalucía, 8 años de gobierno socialista en España que será la ruina de los españoles, porque España, querido alcalde, España no se merece una ley como la de la dependencia, por poner un ejemplo, que con pocos nos bastan. Nuestra artillería es simple pero contundente.
- Seguiremos siendo equipo, Sebastián.
- Quién sabe, eso nunca se sabe, Granada es lo primero, por eso a lo mejor te sustituyo y acumulo un cargo más.
De repente deja de llover. Sale el sol. En pocos minutos limpia el ambiente húmedo. La gente recorre las calles y se siente reconfortada con el calor mientras camina por las calles de Granada, aunque deben saberlo, su alcalde no hará nada en esta situación de crisis, ellos ya no son granadinos, sólo andaluces, españoles, europeos, inmigrantes.
Los dos están en el despacho, se llaman Torres Hurtado y Sebastián Pérez, alcalde y presidente del PP de Granada. La pasión era divina, la mundana no merece interés. La crisis del sistema es un problema ajeno. Fuera llueve. Llueve insistentemente, es una tormenta que pasará, que pasará como todo pasa. Así piensan ellos. La crisis, dice Sebastián con los ojos acompañado de una sonrisa ladeada, es un problema de Zapatero, que él se las entienda con los granadinos.
La techumbre que cubre el despacho de nuestros dos protagonistas ha comenzado a agrietarse y el agua se cuela por las ranuras. Goteras que repiquetean cual marcha de cofrade sobre la mesa que separa a los dos hombres. Sebastián Pérez se levanta y coloca una palangana sobre la mesa para que recoja el agua. Gracias a Dios que la sequía ha pasado, dice Torres Hurtado, como pasará la crisis. Pero el canon por la sequía hay que seguir pagándolo, alcalde, responde Sebastián. Hay que exprimir, no aliviar a los granadinos, así se desatan las contradicciones, se agudiza la crisis. Pero, Sebastián, eso lo decía el marxismo, además, sólo es un recibo, una minucia para la gente. Tú a lo tuyo, al gobierno de la ciudad, alcalde.
El alcalde calla, será que otorga. Vuelve a medir a Sebastián, el hombre que más cargos acumula de la provincia. Lo mira a los ojos directamente y el miedo le llega hasta el tuétano porque el de los cargos no sólo lo estaba midiendo, sino que lo escrutaba. Así que el alcalde se relaja y el diálogo sordo vuelve a ponerse en marcha:
- La casa de todos los granadinos tiene goteras, Sebastián.
- No importa, tú lo único que tienes que decir es que la culpa es de otros, de Zapatero, de Chaves, de Griñán, de Caler. De ahí no te salgas.
- El PGOU no está aprobado.
- La culpa es de los socialistas, si lo prefieres mejor.
- Los servicios sociales, el IMFE...
- Si no hay tu tía, ya sabes, la culpa es de la Junta. Para nosotros, durante este tiempo, entérate bien alcalde, los granadinos no son granadinos, son andaluces, españoles, europeos, inmigrantes.
- Tienes razón, para qué arrimar el hombro si así ganamos las elecciones la otra vez.
- Y si no lo decimos nosotros, ya lo dicen nuestros voceros: 19 años perdidos para Andalucía, 8 años de gobierno socialista en España que será la ruina de los españoles, porque España, querido alcalde, España no se merece una ley como la de la dependencia, por poner un ejemplo, que con pocos nos bastan. Nuestra artillería es simple pero contundente.
- Seguiremos siendo equipo, Sebastián.
- Quién sabe, eso nunca se sabe, Granada es lo primero, por eso a lo mejor te sustituyo y acumulo un cargo más.
De repente deja de llover. Sale el sol. En pocos minutos limpia el ambiente húmedo. La gente recorre las calles y se siente reconfortada con el calor mientras camina por las calles de Granada, aunque deben saberlo, su alcalde no hará nada en esta situación de crisis, ellos ya no son granadinos, sólo andaluces, españoles, europeos, inmigrantes.
Sebastián tiene una duda y esta vez, sí, le pregunta al alcalde:
- Los concejales y concejalas, qué dicen, dónde están.
- No sé, Sebastián, preparando las cruces, supongo.
1 comentario:
goteras y rajas en los techos del Ayuntamiento??? ni que fuera el Albayzin!!!
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