jueves, 23 de abril de 2009

Exordio sobre el estigma granadino

Miguel Ángel Madrid

Según la RAE, (luego no vayan a acusarme de definiciones falaces), una de las acepciones de estigma, en el ámbito de la zoología es:
“Cada uno de los pequeños orificios que tiene el tegumento de los insectos, arácnidos y miriópodos, por los que penetra el aire en su aparato respiratorio, que es traqueal”.
También, y siempre según la RAE, estigma es: “desdoro, afrenta, mala fama”.
Ambas acepciones ayudan a comprender la definición que el alcalde de Granada ha hecho de sí como regidor, unido a cómo afronta su papel institucional y, sobre todo y fundamental, qué representación simbólica nos imprime, creando una conciencia colectiva bien arraigada en esta ciudad.

Para ir al grano: El alcalde de Granada dice de sí mismo que es el Pepito Grillo de la Junta de Andalucía porque ésta no hace las cosas bien. Pero dice más: Que la Junta no las hace como el alcalde dice, con lo cual quiere dar a entender nuestro regidor, que él siempre lo hace todo bien. Obviamente, se colige algo más: Que la Junta de Andalucía actúa mal a sabiendas, a mala leche. El alcalde, pues, recoge por su aparato respiratorio traqueal la maldad de la Junta y, estigmatizado él, nos cubre a los granadinos y granadinas con un halo estigmático, es decir, nos une a todos frente a la Junta por tal desdoro y afrenta con el fin de aumentar la mala fama de la mencionada Junta. Y claro, el alcalde se sacrifica por todos nosotros y lucha por Granada. Él es así, un sacrificado por todos nosotros.

Les pido perdón de nuevo, pero voy a recurrir ahora a la definición de la antropóloga Nancy Scheper-Hughes. Ella dice: “El estigma es la muerte indeseable. Es todo lo que nos hace apartarnos de otros seres humanos por miedo, pena o aversión. El estigma, pues, es discurso, un lenguaje de relaciones humanas que pone en relación el yo con el otro, lo sano con lo enfermo, lo normal con lo anormal, el fuerte con el débil. El estigma es aquellas oposiciones excluyentes y dicotómicas que nos permiten trazar los límites seguros de lo aceptable, lo permisible, lo deseable, aplacando así nuestros propios miedos y fobias respecto a la enfermedad, la muerte y el deterioro, la locura y la violencia, la sexualidad y el caos. Las tácticas de separación nos permiten decir que una persona es gente, una de nosotros, y aquella otra es otra. Y así, cuando lo normal se encuentra por primera vez con lo otro estigmatizado se produce una escena sociológica primordial, un momento especial en que la economía moral que gobierna las relaciones sociales se desenmascara y la sociedad se manifiesta a sí misma en los fenómenos que repudia, excluye y rechaza”

Yo creo que esta autora desenmascara el discurso del alcalde. Casi todos lo sabemos, pero no es menos cierto que también hay que denunciarlo y estamos obligados a construir un discurso nuevo. Frente a lo que nos aparta, lo que nos une; frente a la separación, el diálogo; frente al miedo, firmeza; frente al localismo, lo glocal; frente al otro, todos juntos; frente al estigma, la vida, la alegría, un Pepito Grillo amable, colaborador y no, -como me decía el otro día un amigo-, un alcalde antipático y manipulador. La manipulación es dolorosa, tremendamente cruel, porque el PP ha naturalizado el estigma granadino generado por los malvados socialistas que gobiernan la Junta, cuando en todas las grandes inversiones que tiene Granada, la Junta ha estado detrás, porque algunos de los pilares fundamentales de nuestro buen vivir (educación, sanidad, vivienda, empleo, servicios sociales..), son competencia de la Junta. Pero lo más grave, es que todo el proyecto del PP para Granada, se basa en contagiar el estigma, en un férreo control de los colectivos sociales, especialmente vecinales, con una total ausencia de propuestas en cualquiera de los ámbitos de esta ciudad, ya sea cultura, turismo, creatividad económica y empresarial, servicios públicos… Sólo contagiar el estigma de los pobres granadinos por el daño que los demás, los otros, cometen.
Procede, pues, una revolución cívica.

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