Cuando hablamos del Estado de Bienestar, la izquierda siempre ha hecho una apuesta por la redistribución de la riqueza vía impuestos en forma de servicios públicos. Es así como se garantizaba la igualdad, como se hacía real la justicia social. Pero, ¿y la libertad?, ¿dónde ha quedado la lucha por la libertad en el ideal socialista?
La libertad, hoy, parece patrimonio de la derecha; en España, del Partido Popular. Claro que la libertad del PP, es una libertad individual. Es decir, la libertad del individuo para hacerse así mismo, sin subvenciones públicas, sin la presión de un Estado que uniforma para que dicho individuo pueda ser libre, completamente libre.
El Estado, con su afán por hacernos iguales, es un inconveniente para el emprendimiento, para el dinamismo individual. En cuanto a la distritubución de la riqueza, el PP piensa que el mercado ya lo hace por nosotros. El mercado redistribuye. Cierto que, en ocasiones, hay individuos que no alcanzan esa riqueza, pero en cualquier caso es porque son unos vagos.
Esta libertad en lo económico en la que cree la derecha, ya no es tan así en lo social. Porque si la apuesta fuese el individuo, entonces el individuo podría casarse sin importar su sexo, podría no creer en Dios sin importar la Iglesia, podría decidir no engendrar sin importar la familia o podría decidir si tener un hijo mediante una planificación familiar adecuada.
Así que libertad en lo económico, estricto control en lo social, donde el ciudadano es mejor que sea usuario para alimentar el consumo.
Yo, además de en los derechos del hombre creo en la comunidad. Es más, ambos se retroalimentan. El mercado no distribuye la riqueza, ni tiende al equilibrio. Sólo hace falta observar la realidad para comprender que no es más que un dogma. El mercado se basa en la acumulación sin límite. Pero en la acumulación de unos pocos. Así que únicamente el Estado, -en nuestro caso la UE-, es capaz de distribuir la riqueza garantizando la igualdad en el acceso a la educación, a la sanidad, a la vivienda, etc. Una igualdad que precisa de una comunidad solidaria. ¿De qué otra forma puede garantizarse la libertad del individuo si no todos tenemos las mismas oportunidad al nacer?
El PP, la derecha neoconservadora europea, estadounidense, creen en la libertad sin límite, -sus teóricos se definen como libertarios, igual que el movimiento anarquista, incluso utilizan este término en sus libros-. El PP, la derecha, entran en el juego democrático con el único fin de hacer realidad este programa y, para ello, todo vale, incluido el populismo: el desprecio al inmigrante por encima de los derechos humanos, el exceso de burocracia de las administraciones cuando las corporaciones se dedican a especular en el mercado-casino, el elevado coste de los servicios públicos cuando su privatización genera más coste para la administración. Así, por ejemplo, cuánto deberá gastar el Gobierno de Rajoy para cobrar en las autovías. ¿No se necesitarán funcionarios, nuevos trámites administrativos, adquisición de maquinaria que sirva para recaudar...? Pues igual pasa con los hospitales: El copago genera más burocracia, es decir, más gasto sanitario.
Y no importa quién caiga porque sencillamente, sobramos personas en el mundo: Hay demasiados viejos, demasiados niños y, sobre todo, demasiados pobres. Esa es la libertad de la derecha.
A la izquierda nos corresponde caminar por la senda de la libertad, porque a fin de cuentas, esta crisis, los que la han provocado, los que quieren salir indemnes, sólo buscan eliminar la libertad, la democracia. Y ya.
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