viernes, 8 de julio de 2011
Serie Visitas de Barrio: La Paz (II)
Hay miedo en el barrio, como poco precaución.
Hay miedo cuando te acercas a algún vecino y le das los buenos días, y responde educadamente, pero percibes la precaución. Tímidamente, el vecino te pregunta: ¿Son ustedes del Ayuntamiento?. Sí, respondes; pero como has percibido, te declaras: Efectivamente, somos del PSOE. Entonces, el vecino suspira: Una pena, le votamos casi todos los que somos del barrio, pero no ha podido ser; las cosas están muy mal.
Hay pobreza en el barrio. Pobreza extrema. Hay familias que pasan hambre literalmente. Hay familias, niños y niñas, que no acuden al colegio. En esos días, Juande, el director del colegio, se echa a la calle y busca a los niños y niñas por las plazas, en su casa...
Esos niños, como comprobé durante la campaña electoral, saben obedecer, tener una actitud cívica. El ambiente no ayuda porque allí cualquiera tira las cosas al suelo, en el interior de los jardines... Si Juande veía que alguno tiraba el papel, el adolescente, aparentemente rebelde y rabioso, sabía valorar la autoridad cívica del director. Una autoridad menos severa, más justa, más necesaria; una autoridad vital, amable, frente al ambiente hostil, frente a la violencia de la calle. Así que el joven, recogía el papel, la lata de refresco y le señalaba a Juande que las papeleras estaban a rebosar.
Hay miedo frente al poder de quien manda: un silencio, un mirar hacia otro lado cuando aparece la palabra droga.
Y, pese a todo, pese al cabreo, la rabia y la impotencia que genera una zona marginal, excluida, la gente sonríe, y vive con lo que tiene, y los niños y niñas, los jóvenes muestran una vitalidad inusitada, una alegría de vivir envidiable.
Por eso creo que es posible la transformación de estas zonas.
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