viernes, 27 de agosto de 2010

Diccionario de agravios


Releer la prensa, los archivos de prensa, me refiero, en la calma del verano, te hace descubrir curiosidades de diverso tipo. Es común escuchar en los medios de comunicación que los políticos hablan mal, rematadamente mal. Y yo estoy de acuerdo. Cierto es que releyendo, -Punset dice que no hay que fiarse de la memoria para los detalles y por eso es necesario releer-, las actas de sesión de los diputados en la II República, la riqueza del lenguaje era mucho mayor, si bien la ornamentación es tal que, en seguida, se te quitan las ganas de seguir leyendo. También dicen los medios de comunicación que el alumnado escribe mal y habla peor. No es la presencia de una jerga juvenil la culpable, sino las faltas de ortografía garrafales y una dificultad para encontrar palabras que, entre otras cosas, impide la expresión de sentimientos y también de frustraciones. Así de importante es el lenguaje. Yo procuro leer mucho, y además leer buena literatura. Si escribo bien o mal, si hay expresiones que no escribo correctamente, lo admito. Pero todo este cúmulo de excusas (esta es la frase larga e imperdonable de todo post), mencionando primero a los políticos, que son, como todo el mundo sabe, los culpables, pasando por los alumnos y alumnos, que son, en los tiempos que corren, poco menos que cavernícolas, siendo los culpables de esta situación las personas que se dedican a la política y, en concreto, a los temas educativos, no es menos cierto que los que peor hablan y escriben son, precisamente, aquellos que trabajan en medios de comunicación de masas.
Hay corresponsales en televisión, intrépidos, pero que atropellan el lenguaje con igual intrepidez. En la prensa de ámbito nacional, la moda es hacer entrevistas en prosa. Es decir, se hace una entrevista a un personaje, -pongamos la ministra Aido-, y luego se cuenta la entrevista y el decorado, y lo que dicen personas que colaboran con la ministra, quizá algún secretillo personal. Pues bien, en algunas ocasiones, como se quiere contar un cuento, pues se pone la tensión donde debía ir un punto y coma para relajar, o se cuenta el secretillo no cuando se habla de la persona Aido, sino cuando ha tomado una decisión el personaje Aido. En fin, que se lían las criaturas. Y, estos errores, también se cometen en la prensa local. Hay periodistas con quienes no comparto muchas de sus opiniones, pero escriben de maravilla, aunque se les note que rizan el rizo para que les cuadren los argumentos. Minucias. Este blog peca de ello porque es partidista. No me refiero tanto a quienes escriben opinión. Aunque existen meteduras de pata hondas. Algunas de prohombres de esta ciudad. Pero lo peor está en los artículos. Será la prisa.
Una frase me ha llamado la atención porque no hay por donde cogerla: “En el diccionario de agravios de Granada goza de un sinfín de términos”. Es cierto que puede pensarse que soy quisquilloso. La frase se entiende en el contexto sociocultural de Granada y ni siquiera hace falta contextualizar con el cuerpo de la noticia en su conjunto. El periodista destaca que Granada tiene muchos términos para definir el agravio que sufre. Conviene recordar qué significa agravio (RAE: Ofensa que se hace a alguien en su honra o fama con algún dicho o hecho; Ofensa o perjuicio que se hace a alguien en sus derechos e intereses; Humillación, menosprecio o aprecio insuficiente).
En fin, que se habla muy mal en este país, y esto implica que dejemos de soñar. Pueden creer que es una tontería. Pero en esta noticia a la que me refiero, se demuestra el agravio mencionando a las infraestructuras, que es lo que justifica nuestro atraso como ciudad y como provincia. Es una noticia periodística, porque eso es lo que define la actualidad, pero me pregunto si podríamos poner nuestros esfuerzos hasta morir, en lugar de en la queja, un poco también en el sueño del soñar horizontes, no del letargo y el aburrimiento machacón que, además de ser el discurso del PP, es incierto.

No hay comentarios: