jueves, 8 de octubre de 2009

Opiniones callejeras

Desde muy antiguo, desde la democracia griega, pero también desde ayer mismo, la ciudad, políticamente, se concibe como un espacio de democracia. Autores diversos de filosofía política se adentran en la historia, en la política, en la filosofía, en la literatura, para sacar a la luz este encuadre en el que la ciudad se convierte en la escuela de democracia por excelencia. Pero para que esto sea así, la clave es la participación. Una participación que vista desde el presente siempre tiende a sobredimensionarse con respecto al pasado, siguiendo el refrán de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero los problemas para participar en los asuntos públicos siempre los hubo, incluso en la democracia de Pericles. Siempre se idearon incentivos para que el ciudadano se preocupara por esos asuntos. De modo que, en principio, deberíamos reconocer que la participación se aprende, se cultiva y, en segundo lugar, cuesta trabajo promoverla y tal vez más en nuestras sociedades donde los principios reinantes neoliberales conducen a que prime el individuo por encima del colectivo. Para algunos la participación debe producirse en el ámbito privado: la persona que consume, el trabajador y el empresario con su contrato privado, o bien la persona en pugna por los recursos contra el resto de personas.

Esos no son los valores que deben inspirar al socialismo. Si la ciudad es una escuela de democracia en este mundo glocal, la única forma que tenemos de mejorar el mundo es a través de nuestras actitudes, de nuestro hacer en el ámbito local. En realidad la gente, las personas como usted y como yo, nosotros, lo que pedimos es un espacio de encuentro, sentir que formamos parte de lo que ocurre a nuestro alrededor. Cuál si no fue el mensaje que nos transmitieron los ciudadanos de Granada en la Asamblea que celebramos durante el mes de junio pasado: los vecinos y las vecinas diagnosticaron su barrio, pero también su ciudad y, al mismo tiempo, nos dijeron cómo debíamos actuar desde el PSOE. En definitiva, el mensaje, aunque no fuese explicitado de esa manera se puede resumir de la siguiente forma: Queremos que ustedes, como partido que aspira a gobernar y a transformar la sociedad, la transforme con nosotros, queremos formar parte de un proyecto comunitario y, por ende, colectivo. Pero eso sí, ellos quieren decidir con nosotros, y esto no significa que sea una tarea ardua para la ciudadanía, sino que exige un acto de creatividad múltiple que permita el establecimiento de relaciones personales, de relaciones comunitarias plurales, diversas.

De esta forma conseguiremos frenar la desafección por los asuntos públicos. Y cualquier acto, por nimio que nos pueda parecer, merecerá la pena, pese a la ofensiva del PP, pese al pragmatismo y el cinismo del que hacen gala: “Usted a lo suyo que ya nosotros administramos lo de todos”. Cinismo en cuanto a los casos de corrupción del PP de la trama Gürtel, arropando al corrupto, tapándose entre ellos, generalizando la visión negativa de la política. Porque para el PP un cuerpo social escuálido, poco robusto e informado, es lo deseable. La desafección afecta a las personas de bien porque exigen una ética intachable a los partidos políticos, sean del signo que sean. Ahí, desde mi humilde punto de vista, radica la importancia del trabajo municipal. Por eso soy un municipalista convencido. A fin de cuentas, la tarea municipal tiene mucho de creatividad y de aventura y, encima, en el caso de Granada, es un reto. Más no se puede pedir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mañana sábado, se debatirá, nuestro incuestionable acercamiento a la ciudadanía, actitud que se nos ha demandado a los socialistas en la Asamblea Ciudadana que tanto éxito tuvo, por parte de los colectivos sociales invitados. Si hay algo que está sobredimensionado, es esa posición lejana que alguna ciudadanía nos achaca. No hemos estado tan lejos. La sociedad global de la ciudad de Granada ha sido siempre preocupación de este partido con mayor o menor intensidad por razones que no viene al caso discutir, pero que pueden llevar a un punto de percepción de lejanía que no es tan real. Una prueba es el éxito que estamos cosechando en tan corto espacio de tiempo. El socialismo de barrio siempre ha estado ahí, el secreto está en saber activarlo. En activarlo ahora más que nunca, porque ahora es cuando ha dejado de brillar el oro falso con el que el PP quiere comprar los barrios (metafóricamente hablando). Nos queda camino, tantos como calles tiene Granada, pero de lo que no hay duda es que vamos por el adecuado y pisamos fuerte.
Sandra

Miguel Ángel Madrid dijo...

como siempre, gracias por el comentario y por animar al escribidor, a su blog en concreto. Y, cómo no, comparto lo que dices, pero sobre todo, cómo lo dices. Salud

Anónimo dijo...

yo digo que la democracia la hacemos todos y que nada puede cambiar eso