miércoles, 18 de enero de 2012

Ventas de este mundo


Muerte y vida de las grandes ciudades podría ser el subtítulo de la ciudad de Granada. Quizá parecido a lo ocurrido en otras ciudades a lo largo y ancho del país, pero ya dice el dicho que mal de muchos consuelo de tontos.
Arenas ha declarado que eso de la economía sostenible son pamplinas. Quizá no le falte razón, porque la economía sostenible no deja de ser una paradoja: el capital crece sin límite, esa es su esencia, y es precisamente la contradicción del sistema lo que lo hace insostenible. Yo prefiero hablar de sostenibilidad porque no hemos sido capaces más que de analizar los males e intentar mitigarlos, no siempre con éxito. Y cuando digo hemos, me refiero a todo el movimiento de progreso de este Planeta: los ecologistas, los partidos de izquierda, los antropólogos aplicados, etc.
Países emergentes como Brasil, como India, como China, han apostado por la productividad para mejorar la calidad de vida de los habitantes de esos países a costa de la sostenibilidad.
Desde luego, el municipalismo en nuestro país, más allá de los partidos gobernantes, incluyendo a la pura IU, han prestado servicios a sus ciudadanos a través de los ingresos por aprovechamientos urbanísticos de suelo público. ¿Qué alcalde podía resistir la petición vecinal de una piscina municipal en cualquier municipio mediano de nuestro país? Vendamos, pues, esta parcela, desarrollemos este o aquel plan parcial y con los aprovechamientos hagamos piscinas, bibliotecas, ludotecas, y realicemos acciones culturales (que a las fiestas venga Bisbal y Chenoa, si en el ámbito de cultura había un hortera, o los tres tenores si había otra persona igualmente hortera). Todos vivíamos contentos, reconozcámoslo. A veces sentíamos un vértigo molesto, un reparo por la hipoteca, por el coche, por el televisor último modelo. Pero todo funcionaba. Era un derroche suculento que hoy nos asusta.
Así que nada mejor que otorgar parte de nuestra culpa hacia los políticos. Con razón, sin duda, porque les dimos la responsabilidad de gobernarnos y debieron gobernarnos no sólo desde la gestión, también desde la educación. La cultura del pelotazo volvía a ganar la partida en todos los niveles a la ética cívica.
Ahora, en Granada, vivimos una de esas consecuencias. El anterior concejal de urbanismo en este Ayuntamiento, Teniente de Alcalde, mano derecha de Torres Hurtado, se sentará en el banquillo de los acusados por la venta de unos terrenos públicos, pero no sólo municipales, sino también de titularidad estatal. Por vender, vendimos hasta lo que no era nuestro. Con el dinero de la venta se hizo el túnel en Avenida de Andalucía con Camino de Ronda por valor de 6 millones y pico de euros. Y muchas más obras millonarias. ¿Mejoró nuestra calidad de vida?
El propio alcalde llegó a ofrecerle por carta a Caja Rural 3.500 metros cuadrados de terreno público para que construyera un auditorio (y aumentar nuestro granadinismo espurio) de forma gratuita. El presidente de la entidad bancaria le recordó al alcalde en respuesta, que Caja Rural es una entidad con ánimo de lucro, que no podía aceptar. ¿Ignoraba el alcalde la ley?, ¿el primero de los granadinos?
Aquí no se queda todo. Fue esta una operación que sumó cerca de 30 millones de euros con una tramitación administrativa farragosa, extraña cuando menos.
Esta ha sido la realidad urbanística durante estos años en España. Y en Granada. La responsabilidad de la oposición está en reconocer lo que se hizo mal en general, pero también en esclarecer estos hechos y exigir que se cumpla la ley con el objetivo de que todos estemos protegidos para evitar que estas cosas vuelvan a ocurrir.

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