Están de moda las peonzas. Recuerdo que, de pequeño, medíamos el tiempo en función de los juegos de temporada: la lima en enero, las canicas en primavera, la peonza (trompos les llamábamos) en otoño. En verano, sol y moscas, buen tiempo como en Canarias.
Este era nuestro calendario vital.
Y no hace mucho estaba en un bar con unos amigos y un zagal que pululaba mientras sus padres tomaban una cerveza intentaba bailarla. Así que le pedí que me dejara probar. La peonza bailó, pero bailó de culo.
Sirva este exordio, con perdón, sobre los recuerdos infantiles y los juegos que me acompañaron en aquel tiempo, para intentar hacer un símil con cosas que parecen acontecer en la vida de esta ciudad.
Estoy seguro de que en Granada ocurren muchas cosas; algunas pueden otearse en la prensa, otras muchas se perciben si se amplía el abanico de tus relaciones. Aunque esto no siempre es fácil y, sobre todo, exige un esfuerzo y, fundamental, continuidad y constancia.
Las visitas de Paco Cuenca a los diferentes barrios, sus encuentros con colectivos ciudadanos, ofrecen una heterogeneidad, una vitalidad que, en general, no siempre percibimos en nuestro día a día monótono y previsible de capital de provincia.
Cual peonza que gira y que gira, el ritmo de la ciudad parece marcado por una constante, por un centro de gravedad del cual no es fácil salirse. Quizá porque fuera de ese centro existe otro trozo del alma de la ciudad, si es que la tiene, -el alma digo-; o porque tememos hallar el abismo, lo desconocido o lo que no puede controlarse.
Y lo que no puede controlarse es la gente sencilla. Aunque los intentos sean fieros. En Andalucía, el PP ha lanzado las campanas al vuelo. Se gasta un dineral en convencernos del cambio. Y en Granada, nada más que los encartes en prensa que hace el PP, suponen muchos miles de euros invertidos en publicidad. Sin embargo, algo no les funciona. La imagen de Arenas no despega y las encuestas, aunque anuncian un PP ganador, muestran también que hay mucha gente que no se ha decidido y que no se fía.
El pragmatismo es una lógica muy potente. Es la lógica dominante: gana dos y si puedes, tres, no seas gilipollas; todo vale, incluso golpear la estructura constitucional del Estado, con tal de que el BOE sea tuyo. Y este todo vale genera dudas entre la gente sencilla.
Es entonces cuando la izquierda echa mano de los manuales y se vuelve combativa, intenta hacer frente a esa lógica dominante. Pero el mundo ha dejado de ser dialéctico. Ahora es complejo, fragmentado y menos proclive al dogma en el fondo, aunque no podemos olvidar que la contienda genera entre la gente desinterés por la vida pública y por los asuntos públicos, entre otras cosas por el cinismo que todo pragmatismo lleva consigo, y que persigue, estratégicamente, ser alimentado por dicho combate dialéctico.
De ahí que necesitemos un nuevo estilo en la vida pública para abordar una red de relaciones que cada vez está más fragmentada, que es más compleja, pero que también es presa de los proyectos de dominación que la lógica neoliberal alberga, y cuya consecuencia es el desentendimiento, el escepticismo, el no creer en nada, la ruptura de la red social.
Y esa lógica mundial, como si viviera en el ADN del movimiento conservador, se visualiza perfectamente en Granada, en la forma de hacer política que tiene el PP desde el ayuntamiento. Esta política at home sigue las pautas de la confrontación, del todo vale, de yo no pongo pero es que usted pone cosas que yo no quiero, etc., edulcorado con el peso cultural e histórico de un antiguo Reino, de una burguesía (la del s. XIX y principios del XX) que, en general, construyó su pedigrí en base al fracaso de aquellos que buscaron la modernización de la ciudad, tal y como sucedió en otras ciudades de Andalucía.
Tenemos pues, la sociedad granadina en general, la buena gente de esta ciudad, (sus emprendedores, sus médicos, sus abogados, sus universitarios, los vecinos y vecinas de los barrios, etc.), la posibilidad de buscar una nueva lógica que busque la suma, el nosotros, la excelencia, la responsabilidad, la creencia en el podemos.Por eso, todos somos Paco Cuenca Alcalde, y sobre todo los que conformamos la lista que presenta el PSOE a las próximas elecciones. Es una nueva opción para sacar a esta ciudad de ese centro de gravedad, cual peonza que gira, y al que parece abocada sin remedio. Por eso creo que es interesante aprender nuevos pasos de baile. En verdad, creo que es estimulante.