Si
por algo se ha puesto de moda, -hace ya algunos que se mantiene- la literatura
del Este europeo es, a mi modesto entender, porque muestra a las claras la
decadencia de las democracias europeas antes de la segunda guerra mundial. Una
civilización en descomposición, perdida.
El
postre de todo este devenir fue el auge de los fascismos y los totalitarismos
comunistas. Y el café, copa y puro, la gran guerra.
Una
sobremesa guardada en la memoria de Primo Levi, Semprún o Kertész.
Y gran parte de
este festín de muertos, desplazados, pobres, fue fruto de la corrupción de las
democracias.
Si algo bueno ha
traído esta crisis es que la ciudadanía ha dejado de mirar hacia otro lado.
Bien porque se nos ha esfumado el delirio del consumo de los últimos años, bien
porque guardábamos esencias democráticas morales, bien por una mezcla de ambas
cosas.
Lo de Bárcenas es
de campeonato. Cospedal, secretaria general del PP, presidenta de la Comunidad
de Castilla La Mancha y no sé cuánto más, cierra por orden suya centros de
salud y ahorra 1 millón de euros de dinero público. Dinero que luego
perderemos. Pero en fin, ahorra. Aceptemos, como en el anuncio, pulpo como
animal de compañía. Mientras, desde hace un par de décadas, como poco, este
hombre, Bárcenas, ingresó en Suiza 22 millones de euros y pagó con sobres
favores y silencio. El problema de los centros de salud manchegos pudo haberse
solucionado 22 veces con este dinero.
No crea nadie que
me siento sólo de un lado. El asunto de los ERE es igual de repugnante.
Sólo sé que se
necesita una gran limpieza. Sin embargo, las élites, las financieras de este
país, buscará aliados en las élites políticas para esconder esta mierda, pero
no para limpiar. Y sólo se me ocurre que cada uno de nosotros apostemos, en
serio, por el fortalecimiento de las instituciones, por su transparencia y
exijamos honestidad. Sólo se me ocurre el fortalecimiento de la sociedad civil.
Pero no una cosa sobre la otra. En el primer caso, daremos pátina al
totalitarismo, en el segundo, al neoliberalismo.
Ese es el papel de
la ciudadanía, el tuyo, el mío, el nuestro.
Más democracia es
la clave. Algo debería enseñarnos la historia.
Y a las élites
políticas, un último mensaje. Pueden aliarse con el poder financiero, pero si
ocurre como en la pasada gran guerra, ya pueden despedirse de su posición de
privilegio. Los hechos demuestran que las élites políticas tenían unos
privilegios que pasaron de unas manos a otras con suma facilidad. Muchos de
estos hombres murieron asesinados en función de los intereses totalitarios de
cualquiera de los bandos. Ni siquiera por supervivencia deberían pensar que su
estatus es eterno.
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