lunes, 21 de enero de 2013

Esto no es una democracia


Si por algo se ha puesto de moda, -hace ya algunos que se mantiene- la literatura del Este europeo es, a mi modesto entender, porque muestra a las claras la decadencia de las democracias europeas antes de la segunda guerra mundial. Una civilización en descomposición, perdida.
El postre de todo este devenir fue el auge de los fascismos y los totalitarismos comunistas. Y el café, copa y puro, la gran guerra.
Una sobremesa guardada en la memoria de Primo Levi, Semprún o Kertész.
Y gran parte de este festín de muertos, desplazados, pobres, fue fruto de la corrupción de las democracias.
Si algo bueno ha traído esta crisis es que la ciudadanía ha dejado de mirar hacia otro lado. Bien porque se nos ha esfumado el delirio del consumo de los últimos años, bien porque guardábamos esencias democráticas morales, bien por una mezcla de ambas cosas.
Lo de Bárcenas es de campeonato. Cospedal, secretaria general del PP, presidenta de la Comunidad de Castilla La Mancha y no sé cuánto más, cierra por orden suya centros de salud y ahorra 1 millón de euros de dinero público. Dinero que luego perderemos. Pero en fin, ahorra. Aceptemos, como en el anuncio, pulpo como animal de compañía. Mientras, desde hace un par de décadas, como poco, este hombre, Bárcenas, ingresó en Suiza 22 millones de euros y pagó con sobres favores y silencio. El problema de los centros de salud manchegos pudo haberse solucionado 22 veces con este dinero.
No crea nadie que me siento sólo de un lado. El asunto de los ERE es igual de repugnante.
Sólo sé que se necesita una gran limpieza. Sin embargo, las élites, las financieras de este país, buscará aliados en las élites políticas para esconder esta mierda, pero no para limpiar. Y sólo se me ocurre que cada uno de nosotros apostemos, en serio, por el fortalecimiento de las instituciones, por su transparencia y exijamos honestidad. Sólo se me ocurre el fortalecimiento de la sociedad civil. Pero no una cosa sobre la otra. En el primer caso, daremos pátina al totalitarismo, en el segundo, al neoliberalismo.
Ese es el papel de la ciudadanía, el tuyo, el mío, el nuestro.
Más democracia es la clave. Algo debería enseñarnos la historia.
Y a las élites políticas, un último mensaje. Pueden aliarse con el poder financiero, pero si ocurre como en la pasada gran guerra, ya pueden despedirse de su posición de privilegio. Los hechos demuestran que las élites políticas tenían unos privilegios que pasaron de unas manos a otras con suma facilidad. Muchos de estos hombres murieron asesinados en función de los intereses totalitarios de cualquiera de los bandos. Ni siquiera por supervivencia deberían pensar que su estatus es eterno. 

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