Les sugiero que estén atentos ante este comienzo de curso.
Quiero proponerles un acto de abstracción ante el período electoral que se avecina y pedirles que centren durante pocos minutos al día su atención en la vida local.
Por supuesto, no dejen de visitar la prensa para comprobar lo que está a punto de suceder en Granada.
Bien, ahí va, les adelanto: Nada. Absolutamente nada.
Y, sin embargo, el mundo parecerá derrumbarse. Granada vivirá en estos primeros días de curso escolar su propia catarsis.
No lo duden: metro, metro, metro. Esta será una de las claves a través de las cuales podremos sentir que el mundo granadino es un pobre hombre moribundo, desahuciado.
No encontraremos en las páginas de los periódicos, en el noticiario radiofónico o televisivo, nada acerca del futuro.
Esta ciudad, -no sé qué estarán haciendo otras ciudades, pero no desde luego Granada-, no aprovechará la crisis para afrontar el presente y plantear horizontes. Cá. Esta ciudad se peleará consigo misma y seguirá lamentándose por un futuro pasado que nunca fue.
Así que ya saben, una gran dosis de energía como una enorme nada, se pondrá en juego con el fin de matar al adversario sin más ton ni más son.
Todo valdrá para demostrar que los demás son más tontos, más ineptos, más irresponsables.
El PP, que se arroga como partido de la vida, pondrá todos sus esfuerzos por matar a esta ciudad, por hacerla más conformista. Y lo hará acusando a los demás. Y lo hará ocupándose de que la nada, sencillamente, sea. Nada por aquí, nada por allá.
Acusarán y a uno parece que sólo le queda defenderse. Otros dicen que lo que debo hacer, como remedio, es gritar más alto, más fuerte.
En fin, Granada la bella, bien asida a su pasado histórico, cultural.
¡Y tú, más!
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